El texto que se presenta a continuación es el cap. V del Tomo I de "Los Huicholes, una tribu de artistas", obra de Robert M. Zingg (1900-1957) publicada por el Instituto Nacional Indigenista de México (1982, págs. 265 a 286). 
Cuadro huichol. La dualidad de las energías
"La dualidad de las energías"
Cuadro en madera e hilo realizado por Antonio Carrillo de la Cruz, artesano huichol de Santa Catarina (en pág. de Real de Catorce).
 
LOS HUICHOLES
UNA TRIBU DE ARTISTAS

ROBERT M. ZINGG
(Continuación)
V
EL CASAMIENTO Y LA RELACION DE LOS SEXOS
RITOS DE INICIACION: CASAMIENTO;
INGRESO DEL INDIVIDUO EN EL GRUPO
SECUNDARIO DE LA FAMILIA EXTENSA

Los huicholes no tienen normas muy rígidas respecto al cortejo y el casamiento. Es muy evidente que desde que Lumholtz visitara la tribu, hace apenas cuarenta años, se han desbaratado las pautas tribales y también las normas católicas de las relaciones entre ambos sexos. En la actualidad sólo existe una pobre ceremonia de casamiento. Esto apenas equivale a señalar la fundación de un nuevo grupo primario, mediante esa importante transferencia del individuo, de su anterior grupo primario al grupo social secundario de la familia extensa. La pareja siempre vive con los padres de la mujer o del marido. He notado un leve énfasis en la residencia matrilocal, pero que no constituye un patrón formal con funciones sociológicas establecidas.

Mi escasa información confirma las observaciones de Lumholtz de una manera sumaria. Indica que no hace falta ninguna ceremonia cuando los jóvenes encuentran su propia pareja. Pero en caso de que un muchacho o una chica no quiera casarse según los arreglos hechos por sus padres, se llama a un shamán, quien canta los mitos de los casamientos de los dioses y los hombres de los primeros tiempos, mientras sostiene en sus manos agua bendita y flores. Al mismo tiempo que se desarrolla la ceremonia de recitación de los mitos, se prepara un plato que contiene tortillas, plátanos, queso y carne. La comida es escupida al estilo ceremonial huichol. Al comer los jóvenes este alimento, queda sellado su matrimonio.

Entretanto, el muchacho y la chica se acuestan sobre el mismo petate. Cuando están dormidos, se les juntan las manos y se escupe sobre ellas del mismo modo ritual. Luego se les rocía levemente las ropas con el agua bendita y se colocan las flores sobre la pareja dormida. Si al despertarse deciden tomar como alimento la comida ceremonial especialmente preparada, entonces ya quedan casados.

Los honorarios que se pagan al shamán por estos servicios son seis pesos.

Si la pareja no quiere comer, los servicios del shamán se continúan por cinco días. Se deja solos a los jóvenes, excepto cuando se les lleva agua y comida. También les dan a beber el embriagante sotol mexicano. Transcurridos esos cinco días, según me dijo muy seriamente mi informante, los jóvenes deberán estar riendo y jugando amorosamente unidos. Este procedimiento fue necesario para su hijo mayor.
Por cantar los mitos durante cinco días, el shamán cobra seis pesos y una vaca, honorarios que se le deben pagar si la pareja se mantiene unida un mes entero.

La información recogida por Lumholtz hace cuarenta años, presenta más detalles respecto de cómo los padres se enfrentan al problema de una joven que no desea seguir los arreglos hechos por sus padres. En los mitos abundan los ejemplos de casamientos concertados por los progenitores. Dice Lumholtz al respecto:1

“De acuerdo con las antiguas costumbres sobre el casamiento, todavía en auge en algunas partes, solamente los mayores pueden concertar matrimonios adecuadamente, ya que una joven bien educada jamás dice ‘sí’ de inmediato. Incumbe al padre del muchacho conseguir que la chica consienta en ser la esposa de su hijo, a quien primero consulta sobre si le gusta la muchacha. Si la respuesta es afirmativa, el padre se dirige a la casa de la joven y, cuando ya ha anochecido, empieza a hablar del objeto de su visita, en una plática que se prolonga durante cinco noches. Cuando un hombre no sabe cómo hacer esto, tiene que contratar a un shamán para que hable por él, a razón de seis pesos por noche. Comienza su discurso con el principio del mundo y narra muchos sucesos mitológicos para, según su propia expresión, ‘llegar al nacimiento de la Diosa de las Nubes del Oeste’ (Tate Kyewimoka)... en nombre de la chica y del Sol, para beneficio del muchacho. Habría inconvenientes con los dioses si el relato no se iniciara con el principio de las cosas; podría ocurrir, por ejemplo, que el primogénito de la pareja resultara deforme. Por consiguiente, hay que explicar el nacimiento de todos los dioses. La narración se vuelve particularmente conmovedora cuando, al quinto día, el hombre llega al punto en que tiene que hablar del nacimiento de la madre de su hijo y de su propio nacimiento y entonces llora yse disculpa por tocar un tema tan penoso. Por fin llega al meollo del asunto: ‘Perdonadme si mis palabras os han ofendido, pero ahora quiero saber la verdad desnuda: ¿hay aquí una mujer adecuada para un joven marido?’ Los padres van a preguntarle a su hija, a la que nada se le ha dicho todavía sobre el asunto, si consiente en casarse con ese muchacho. Si rechaza al pretendiente, el padre tiene que dar su respuesta en una plática que dura cinco noches, y que también arranca desde el caos, pues, como él mismo lo expresa, no quiere morirse en el nacimiento de la Madre de las Nubes del Oeste. Si la chica acepta, el padre queda eximido de este esfuerzo y, por lo tanto, la joven es vehementemente apremiada a demostrar, con una sonrisa, su aceptación de la proposición.

“En caso de una solución feliz, al quinto día el muchacho, acompañado de su madre, se une al padre en la casa de la novia elegida. Todos los tíos y tías se reúnen para darle buenos consejos a la joven y para decirle que no tenga ningún temor. La madre de la novia le entrega a la joven pareja un petate, sobre el cual deberán dormir y el padre los cubre con una manta. Los padres le quitan a la muchacha la falda y la túnica y se niegan a devolverle esas prendas hasta la mañana.2 Con frecuencia el novio tiene que hacer uso de toda su fuerza para vencer el natural pudor de la joven, que es capaz de ofrecer una violenta resistencia, al punto de propinarle a veces duros golpes. Es posible que tenga que ser llevada a la cama por la fuerza, o que la madre deba quedarse con ellos toda la noche. Siempre existe el riesgo de que, cuando se le devuelvan sus prendas de vestir a la mañana siguiente, la muchacha se escape. Por lo tanto, los padres la vigilan de día y de noche. Cuando cada mañana les llevan alimentos, hacen que los jóvenes se sienten juntos y tratan de convencer a su hija para que coma con él diciendo: ‘No puedes permanecer sola para siempre. Entrégate a este muchacho’. Algunos de los invitados se marchan, pero muchos de ellos se quedan para ver en qué termina el asunto, pues si la chica persiste en su rechazo, el casamiento queda anulado. Si la muchacha termina por comer el alimento que le ofrece el novio, ello es señal de que ya lo ha aceptado.

“A continuación se envía al shamán para que prepare la ‘medicina’ para el pastel de la boda, que consiste en tortillas y frijoles. El hecho de que la pareja coma este pastel constituye la ceremonia de casamiento. El shamán hace sus conjuros sobre la comida, a las primeras horas de la mañana, rogándole al Padre Sol que lo ayude -a unir adecuadamente a esas dos personas. Parte en dos una tortilla y le habla un poco a cada trozo, comenzando con el crepitar del fuego, es decir, el lenguaje propio del Abuelo Fuego. Luego le entrega una mitad de la tortilla al muchacho y la otra a la chica, que deben intercambiárselas mutuamente. Incluso puede suceder que, en ese momento, la joven tire su pedazo de tortilla al suelo, pero entonces el padre lo recoge y obliga a su hija a comérselo. A veces los padres se arman de un palo para reforzar sus argumentos a favor de esa boda y si la chica persiste en su obstinación, pueden llevar sus amenazas al castigo real. Tan pronto como la muchacha come su trozo de tortilla, se considera todo arreglado, aunque no consuma más alimento en todo el día. En seguida el shamán le dice que deben ser fieles el uno al otro, presentándoles como un ejemplo, la fidelidad conyugal del guacamayo, el pájaro del Dios del Fuego y la del cuervo, el ave de la Diosa del Amor. También les reza a dichas aves que, hasta el día de hoy, viven en parejas. En los tiempos antiguos eran personas y se casaron de la manera correcta, por eso es que el shamán les pide que bendigan esa boda, para que los jóvenes recién casados no se separen nunca”.

Entre la gente mayor, las mujeres pueden tomar la iniciativa, mientras que la mitología indica que el procedimiento correcto para el hombre es proponer matrimonio a través de un intermedia rio. Luego de completar un voto de castidad, el primer huichol, tumuSaúwi, envió a un representante a solicitar la mano de la mujer, el cual regresó con el permiso de visitarla, siempre que no la tocara. Luego se unieron sin ninguna ceremonia.3

Durante la Semana Santa, presencié el casamiento oficial y casi forzado, del muchacho que se había fugado con su madrastra, con una jovencita ofrecida por su propio padre. Mis notas dicen lo siguiente:

“Por la noche se produjeron algunos hechos no carentes de interés en lo concerniente al caso de adulterio. Aunque la cultura de esta gente abunda en rasgos atractivos no es mucho lo que puedo decir sobre sus métodos matrimoniales. Para terminar de resolver el caso ‘bien seguro’, se dispuso casar al muchacho. Aún no he podido averiguar si ello se consideraba como parte de su castigo. Me pareció un excelente arreglo, una variación huichol de casamiento por la fuerza. El detalle sorprendente respecto a esta boda fue que la novia posiblemente no tuviera ni siquiera doce años de edad y representaba apenas ocho (véase p. 276).

“Mientras me hallaba cenando, me notificaron que se estaba realizando la ceremonia y que el muchacho y su infantil esposa estaban parados en el centro de un círculo de huicholes, rodeándose mutuamente con sus brazos. Esta noticia me excitó, como se supone que la señal de largada excita al caballo de carrera, pero no habría sido de buena educación coger mi sombrero e irrumpir precipitadamente en la escena. De modo que cuando llegué a la Casa Real, caminando despaciosamente, como si hubiese salido a tomar un poco de aire, la boda ya había concluido. La niñita estaba sentada a los pies del muchachito que fuera el centro de atracción durante todo el día mostraba signos de fatiga por toda esa publicidad.

“Nos pidieron que lleváramos el fonógrafo y lo colocáramos encima de la Casa Real para que el júbilo de la boda se extendiera a todos y fuese menos restringido. Tal vez haya sido una impresión personal, pero lo cierto es que la alegría general no me pareció particularmente desbordante. Mientras sonaba la música, los funcionarios y el hombre que deduje sería el hermano del joven que había cometido el delito de adulterio, continuaban derramando sobre los novios largos sermones de consejo. Con todo, estaba lejos de ser una ocasión trágica y me sentí impresionado por la flexibilidad emocional de mis huicholitos”.4

A. Las relaciones entre los sexos

a. Disolución del matrimonio católico:
función del concubinato como poligamia

Coincido con Lumholtz en que probablemente los lazos de matrimonio nunca han sido muy fuertes entre los huicholes.5 La falta de rigidez en las normas huicholes del cortejo y el casamiento se nota por doquier en las relaciones entre los sexos. Una de las principales preocupaciones de los misioneros católicos fue introducir su propio concepto de matrimonio entre los huicholes. Lumholtz hizo sus observaciones cuando todavía había misioneros trabajando con los indios cuando el gobierno civil-eclesiástico utilizaba cepos y látigos para refrenar la excesiva indulgencia de los indios respecto de sus caprichos en cuestiones matrimoniales.6 Hace poco, el gobierno mexicano prohibió la flagelación como castigo, lo cual incuestionablemente ha debilitado enormemente el poder de los funcionarios nativos para imponer el concepto católico de matrimonio.7

La mayor parte de los delitos sometidos a juicio y castigados por los funcionarios son de carácter sexual, pero ellos intervienen sólo en los casos escandalosos o en los de auténtico interés social.

Cierto muchacho soltero que se fugó con su madrastra fue sorprendido con su amante y ambos fueron llevados por la fuerza ante las autoridades. El mozalbete fue condenado a tres días en los cepos y la mujer a cuatro. Luego el joven fue casado a la fuerza con una niña que aún no había llegado a la adolescencia. En el transcurso del siguiente año, el muchacho me dijo, varias veces, que la chica no servía para nada, ni para acostarse con ella ni para preparar tortillas. La muchachita era terriblemente desdichada y, al último, su padre se la llevó nuevamente a vivir con él. Aunque el jovencito amenazó con llevarse a su amante a la costa para escapar de los funcionarios, aparentemente siguió su amorío con su madrastra, mientras continuaba viviendo en la casa de su padre.

Hubo otro caso de un hombre joven que fue condenado a pasar un tiempo en los cepos de la Casa Real porque, habiéndose enamorado de otra mujer, amenazó con abandonar a su esposa, antes que mantener a su suegra, que hacía poco tiempo había enviudado. En este caso, los funcionarios intervinieron pues se trataba de un asunto de interés de la comunidad, ya que la mujer, al no ser mantenida por su yerno, podía convertirse en una carga pública. Las viudas que carecen de recursos prestan servicios como tenanches que se encargan de cuidar la casa comunal, la Casa Real y que son mantenidas por los funcionarios, de los cuales pasan a ser sus amantes. Puesto que en ese momento no hacían falta más tenanches, el muchacho fue amenazado con un castigo más grave y así se le obligó a permanecer junto a su esposa y mantener a su suegra.8

En un espantoso caso de estupro y maltrato de una niña preadolescente, cometido por un huichol que gozaba de mala fama por su violencia, el gobernador, que era un hombre débil, tuvo tanto miedo de ser objeto de una venganza, que no quiso actuar dejando que el culpable huyera a la costa, donde se quedó a trabajar entre los mexicanos.

En contraste con el grado de moralidad que existía entre los huicholes, incluso en la época en que los visitó Lumholtz, en la actualidad practican el concubinato hasta el extremo de la poligamia. De haber ésta existido durante su contacto con la tribu, no habría escapado a su observación. Este sistema que es común y público entre los hombres más viejos, más ricos y más altamente respetados de la comunidad, es aceptado con la mayor indiferencia por parte de la sociedad y en lugar de su desaprobación lo que recibe es la aprobación de la comunidad. La mayor parte de los funcionarios, shamanes y dignatarios (ancianos) practican esta costumbre. Se la puede diferenciar de la poligamia solamente de nombre, obligándolos a ser más precisos en su forma de expresión, si bien frente a las mujeres mismas por lo general no se establece la diferencia. En privado, los hombres admiten que su primera esposa es la nauya(esposa) propiamente dicha, mientras que a las otras las designan con el término nativo que significa amante. Pero esto no se lo dicen a la concubina. La mitología da su aprobación a esta costumbre,9 ya que la diosa principal ordena al Hermano Mayor que busque otra mujer para que ayude a su esposa.

Como ya lo hemos mencionado anteriormente, las mujeres llegan a adaptarse tan bien a la situación, que hasta duermen juntas alrededor del fuego, con el hombre compartido y usan la misma cocina y comparten el mobiliario y los artículos de la casa. Mantienen relaciones económicas y sociales armoniosas entre sí con el hombre. Todas participan en un plano de igualdad en las ceremonias del rancho. Todos los hijos heredan por partes iguales del padre e intervienen parejamente en la vida social y ceremonial.

A menudo la adaptación se logra luego de varias situaciones de tensión y conflicto, sobre todo cuando la amante ya es una mujer de edad. Ello indicaría que la esposa tiene una posición superior, aunque sólo fuera por ser mayor en edad, pero esto no es confirmado en alguna parte del ritual formal,10 ni se manifiesta en el comportamiento exterior. En patente contraste con una muchachita que se mostraba muy satisfecha con su situación de amante de un casi anciano, la concubina de una ranchería en la que viví durante muchos meses, era desdichada. Me dijo confidencialmente que deseaba seguir el ejemplo de otra mujer de esa ranchería, la cual se había ahorcado.11 Se sentía sumamente deprimida porque creía que el hombre prefería a la esposa y en cambio la culpaba a ella, la concubina, de todos los contratiempos que ocurrían en la casa. Pero ese estado de ánimo acabó por desaparecer y posteriormente pareció muy feliz y conforme con su suerte. El hombre tenía cien años (a juzgar por sus recuerdos de acontecimientos de la revolución Lozada que tuvo lugar en la época de Maximiliano), de modo que el factor sexual no intervenía en esa relación, si bien en otros sentidos era un individuo muy activo.

Un caso de concubinato particularmente sorprendente era el de un huichol que tomó como amante a la hija que su esposa había tenido de un matrimonio anterior. La madre mantuvo durante mucho tiempo una actitud contrariada, pero cuando la muchacha tuvo su primer hijo, la oposición de la mujer desapareció. Durante mi estadía, este huichol fue nombrado gobernador de la comunidad. Solamente las primeras o legítimas esposas participaron en la complicada ceremonia de asunción del cargo (véase p. 160, n. 43), pero posteriormente solían alternarse para dormir con el hombre en la Casa Real, mientras la otra se quedaba en la ranchería al cuidado de los animales y la realización de los demás quehaceres domésticos.

Este potente huichol era un incorregible polígamo. Al poco tiempo de ocupar su cargo, asumió sus funciones de tenanche una mujer singularmente atractiva (véase p. 117). A la mañana siguiente, José, el hijo del gobernador que tenía veinte años, comunicó a todo el mundo reunido frente a la Casa Real y en presencia de su progenitor: “Bueno, mi papá tiene una nueva esposa”. Puesto que se trataba de una típica broma huichol y además de un buen chiste, todos, incluyendo el gobernador se rieron.

Las tenanches forman un grupo especial de concubinas para los funcionarios, como ya lo ha señalado Lumholtz.12 Por otra parte, puesto que la única tenanche del año anterior pese a ser viuda, terminó el periodo de servicios con un hijo en brazos, lo que dice Lumholtz parece ser cierto. Llegué a tener bastante confianza con los funcionarios como para permitirme la libertad de acusarlos en broma. Aunque ninguno de ellos confesaba verbalmente sus faltas a este respecto negaban mis acusaciones sin indignarse.

b. El divorcio
En una tribu que por su misma constitución física y temperamental es polígama y en la cual la relación matrimonial es tan flexible, el divorcio es algo que ocurre con frecuencia y que se resuelve fácilmente. Durante el año de mi permanencia en la comunidad, se produjeron dos casos. En ambos, simplemente el padre se presentó para llevarse a su hija de vuelta al hogar paterno. En un caso mencionado en la página 286, n. 18, el motivo dado por el padre fue que el marido era holgazán y no trataba de ganar dinero suficiente para comprarle ropa a la muchacha. En el caso del casamiento que los funcionarios le impusieron por la fuerza, al muchacho que se fugó con su madrastra, la chica, que no era ni siquiera una adolescente todavía, y que “no servía para nada”, era tan desdichada como el mozalbete, de modo que su padre se presentó para llevársela nuevamente consigo (véase p. 271).
Podría ser igualmente posible para una mujer, abandonar a su marido y regresar junto a sus parientes, que era lo que amenazaba con hacer la esposa de mi guía (véase p. 279). Las mujeres huicholes son tan trabajadoras, que constituyen una ventaja económica para los parientes, de modo que en esta tribu no hay motivos para no desear el retorno de una mujer apta para el trabajo.

La única vez que el gobierno civil nativo, que en la actualidad está mutilado, actuó en un caso de este tipo fue para impedir la separación de un joven hombre que no quería mantener a su suegra recientemente enviudada (véase p. 285, n. 7.).

c. Sanciones huicholes en contra
de la intimidad con mexicanos

Si bien las costumbres sexuales de los huicholes son asombrosamente liberales, existe una estricta observancia de la prohibición tribal de cualquier clase de intimidad con foráneos. Lumholtz registra el hecho de que a las mujeres huicholes no les agrada que los hombres blancos las toquen siquiera.13 Mi informante me reveló que una de las más severas sanciones rituales de los huicholes prohíbe el contacto íntimo con mexicanos de ambos sexos. Se considera que dicha intimidad deja, en el transgresor, la marca y el olor de una serpiente de cascabel.

Mi informante me contó que su padre había tenido cierta vez relaciones sexuales con una mexicana. Cuando regresó al territorio huichol, sus amigos notaron un cambio en su rostro y le preguntaron si había sido “mordido por una serpiente de cascabel”. Pero él negó haber tenido relaciones con una mujer mexicana. Sin embargo, su abuelo advirtió, alrededor de él, señales de serpiente y llamó a un shamán-curandero para que cantara el mito adecuado. El hombre parecía estar bien, pero cuando posteriormente se sintió medio enfermo, participó en una reunión de tragos luego de un trabajo cooperativo en conexión con la ceremonia del maíz agostado. Cuando ya estaba bien borracho, una mujer huichol se le acercó con intenciones amorosas y entonces el hombre decidió “limpiarse la impureza que producen las mujeres mexicanas teniendo relaciones sexuales con la india”.

No obstante, no logró quitarse del todo la impureza. Cuando se sintió morir, llamó a su hijo más amado, mi informante, y le ordenó que en su manta de entierro pusiera cinco clavos, cinco hojas de cactus con espinas y un anzuelo. Cuando su padre murió poco después, el hijo incluyó todos esos artículos entre los avíos de entierro.

Los huicholes creen que cuando un indio que ha tenido relaciones con una mujer mexicana muere, se encuentra con aquella mujer transformada en una yegua.14 El animal es amarrado por el héroe cultural huichol, kauymáli, quien obliga al difunto huichol a montar la yegua salvaje; ésta tira al jinete por las orejas y lo patea hasta matarlo. Sin embargo, si está armado con las insignias mencionadas, el huichol tiene una oportunidad de cabalgar en su enemiga hasta matarla, porque los cinco clavos se convierten en espuelas, la hoja de cactus espinoso en un látigo y el anzuelo en un bocado. Sin embargo, según mi información, los objetos de la ofrenda funeraria para esos casos son: un clavo para que se convierta en espuela, un machete para golpear a la yegua, una madeja de crin de caballo para que sirva de lazo y una espina de cactus que se transformará en un látigo.

La observación hecha por Lumholtz acerca de la actitud reservada de las mujeres huicholes coincide con mi impresión de su excesivo recato con los hombres blancos. Nunca querían entrar solas en mi casa, que estaba abierta para todos, etcétera. Sin duda que ello se debe al temor al escándalo, que surge de la creencia de que la mujer huichol que ha intimado con un forastero, en el momento de su muerte se encuentra con su amante, al que deberá montar hasta morir. Puesto que no obtuve información respecto de si previamente ella es armada como lo es el hombre huichol, entonces es evidente que la muerte es el castigo para la mujer huichol.

En la mitología, la prohibición de intimidad con foráneos no es menos precisa. El concepto de contaminación con el aspecto o el olor de la serpiente de cascabel es el mismo. Se relata15 el caso de una mujer difunta que había pecado con mexicanos y cuyo “cuerpo además, mostraba señales...” Era sumamente feo, como el de una serpiente de cascabel.

El concepto mitológico del castigo es diferente, sin embargo, del señalado en el caso arriba mencionado. El mito continúa diciendo:

“Debido a esta fealdad, como la de una serpiente de cascabel, porque ella se había mezclado con los mexicanos, tuvo que regresar a la cruz colocada sobre su tumba y entrar en una iglesia católica. Al salir de la iglesia se dirigió a una pequeña mesa donde había un árbol ‘wisache’. Allí estaban los ‘deshonrados, quienes la golpearon con las ramas de un ‘palo de la muerte’” (Zanthoxylum Fagara [L.] Sarg.).

Poco después, mientras esta alma16 andaba errante “se encontró con un mexicano difunto, que estaba juntando sus animales en su corral. De no haber tenido relaciones sexuales con los mexicanos, habría podido pasar por el lugar sin ser molestada. Pero tuvo que bailar cinco veces en el sitio donde iba a quedarse todo el resto del tiempo. Esto corresponde a lo ordenado por los grandes dioses del mar”.

d. Delitos sexuales entre los huicholes

Pese a la severa y estricta sanción en contra de la intimidad con extranjeros, mi información, para nada demasiado satisfactoria, indicaba una increíble relajación sexual entre los huicholes mismos. El adulterio es indiscutiblemente un hecho muy común; el incesto es castigado solamente por el miembro de la pareja que resulta perjudicado o por un pariente; la sodomía es motivo de burlas o, a lo sumo, coloca al transgresor bajo la sanción del ridículo por un tiempo. Pese a esto último, no se halló evidencia de berdache u otras clases de homosexualismo y la única información que existe al respecto es la de Preuss.

Los huicholes todavía recuerdan claramente la época de los padres cuando el adulterio era castigado desnudando en público a los que lo habían cometido y condenándolos a veinticinco azotes y cinco días en los cepos sin agua ni alimento alguno. Pero esos tiempos ya pasaron. Actualmente el adulterio no provoca más escándalo que la fornicación y esta última, muy poco. Sobre el adulterio, frecuentemente llegaban a mis oídos rumores dichos al pasar, de que tales o cuales amantes casados con algún otro, tenían sus encuentros amorosos en el ojo de agua de la barranca. Tan poco prohibido está el adulterio, que una de las promesas más severas que puede hacer un huichol para obtener los favores de los dioses consiste en abstenerse de cometer adulterio por cinco años. En los mitos aparecen muchos ejemplos de este tipo de voto.

La necesidad de confesiones públicas de pecados, cuando el venado, tan esencial para el éxito de las ceremonias importantes, no cae en las trampas, acaso sirva para frenar un poco estos excesos. Esas confesiones provocan cólera y recriminaciones tanto en la vida real como en los mitos.17 En sentido ritual, los delitos sexuales no son tratados duramente, puesto que la contaminación causada por cualquier transgresión sexual se quita frotando el cuerpo del culpable con hierba, que absorbe la impureza y luego es quemada (véase p. 467).

Los hijos ilegítimos nacidos del adulterio, que son revelados mediante dichas confesiones públicas o de otra manera, son mantenidos, o al menos vestidos, por el padre. Esto lo supe cuando mi excelente y encantador guía que, aunque estaba casado, había tenido la luna de miel antes mencionada (véase p. 285, n. 7) con otra mujer, me pidió ropa para vestir a su hijita de siete años que tuvo de otra mujer casada.18 La niña era igualita a su hija legítima de casi la misma edad. El marido de la madre de la niña, un hombre muy influyente en la comunidad, que no tenía hijos propios, aceptó la situación de la manera más civilizada y trataba a la niña como si fuera su propia hija.

Las mujeres huicholes no reaccionan con la actitud tan inteligente de este hombre, respecto de los amores ilícitos. Un hombre joven de mi ranchería estaba enredado en uno de estos amoríos y su esposa, que era muy celosa, se negó a prepararle la comida cuando se enteró. En cierta ocasión, otro indio fue a visitar al marido y la esposa aún continuaba negándose tercamente a preparar comida. Cuando el amigo se mofó del hombre por su incapacidad para dominar a su mujer el marido le propinó una paliza a su cónyuge (véase p. 283).

Cuando mi guía se largó de la casa para disfrutar de su prolongada luna de miel con una mujer que había sido separada de su marido por su padre19 la esposa estaba furiosa y temía que el hombre a su regreso trajera a la mujer para vivir con ellos como su concubina. Decía que eso no iba a tolerarlo y que retornaría a vivir con sus parientes, llevándose consigo a sus hijos. Pero el marido no intentó conservar a ambas mujeres a su regreso.

El padre de esta muchacha, que la había apartado de su esposo porque era un haragán, no tomó el asunto con mucha filosofía. Se puso a esperar en la ranchería del hombre, que estaba justo enfrente de aquella en la que yo estaba viviendo. Cuando llegaron los amantes, el padre de la joven se trenzó en una discusión de palabras altisonantes con el hombre. El pleito terminó con ambos individuos blandiendo amenazadoramente sus machetes, pero sin llegar a la pelea de hecho. El padre se conformó con propinarle algunos golpes a su hija y con prohibirle que volviera a acercarse a esa ranchería. Aunque yo empleaba los servicios de este hombre y del resto de su familia, no volví a ver a la muchacha durante los muchos meses que permanecí en esa ranchería.

De su hermana se rumoraba que tenía amoríos con el marido que le dio una paliza a su esposa, suceso que acabo de mencionar. No obstante, el padre, hombre muy respetado, era un shamán y prestó servicios como juez al año siguiente, o sea como el segundo funcionario en importancia de la comunidad. La mitología sanciona contribuciones por parte del padre para el sostenimiento de los hijos ilegítimos como una forma de “pago por la sangre perdida en el alumbramiento del niño”.20 Resulta también evidente, a partir del relato “El Amor Ilícito del hombre-Serpiente con una huichol Produce la Primera Lluvia y los Shamanes Curanderos de los Huicholes”, que el adulterio no es un delito grave y que el nacimiento ilegítimo no le impide al niño llegar a ser un miembro respetado de la comunidad. Este relato revela, además, que ese hijo participa de los caracteres de sus dos padres. el fisiológico y el social, pues ambos comparten la paternidad fisiológica (véase p. 262, n. 6).21

Rara vez ocurren casos de violación en una tribu cuyas mujeres son tan voluptuosas como los hombres. Entre los numerosos delitos sexuales que fueron juzgados por los funcionarios nativos en el año que yo estuve allí, no se presentó ningún caso de estupro. Incluso en un delito tan terrible como lo fue la violación y otros abusos cometidos contra una adolescente, la indignación no se extendió más allá de la familia de la chica. Aunque la madre se quejó ante las autoridades, un gobernador cobarde que le tenía miedo al hombre, dejó que éste se escapara y sólo cuando estuvo seguro de que el individuo se había fugado, envió a sus mensajeros a aprehenderle. La comunidad tenía menos experiencia sobre el estupro que yo. Sin embargo, en un caso, la mitología trata severamente a la violación (véase p. 169).

B. Posición de las mujeres

En contraste con las feas y rústicas mujeres tarahumaras, que se pasan todo el tiempo regañando a sus maridos para conservar una posición igual a la de los hombres, las mujeres huicholes, que son más bonitas y mucho más afectuosas22 y amables reciben un trato bastante malo. Cuando viajan, las mujeres son las que llevan los fardos mientras el hombre huichol camina sin ninguna carga. Las mujeres trabajan de la mañana a la noche y llenan cualquier momento en que no están ocupadas con los hijos o frente a sus metates, con el tejido, en sus telares de cintura, de cualquier cosa, desde mantas hasta cintas. Este tejido constituye el arte decorativo de la tribu, cuyos artículos son, en su mayoría, usados por los hombres. No obstante, a veces las mujeres bordan sus propios vestidos y huipiles para ponerse a la par de las hermosas túnicas que les hacen a los hombres. Los numerosos hijos ocupan la mayor parte del tiempo y las energías de la mujer huichol. Constantemente tiene que interrumpir su trabajo para amamantar o calmar a un hijo. En la época de más trabajo, cuando hay que desbrozar las milpas, trabajan junto a los hombres que no se sienten para nada afectados, llevando a sus bebés a la espalda. Es común verlas vigilando las milpas durante la noche.

Las ceremonias y la preparación de la comida para las fiestas después de ellas, les imponen un enorme trabajo frente a los metates. Rara vez se quejan, porque sienten especial interés en los resultados de la ceremonia; lluvia para la milpa o el bienestar de los niños, etcétera, para lo cual las ceremonias son consideradas vitales. En realidad, son las mujeres las que apremian a los hombres a realizar dichas ceremonias.23 Lo más parecido a una queja que oí de parte de una mujer huichol, fue lo que me dijo una de ellas de que la religión huichol era una gran carga y que las mujeres mexicanas no tenían respeto de su religión cristiana.

Los hombres no trabajan de la misma manera constante en que lo hacen las mujeres en las tareas profanas. De todos modos, no están totalmente ociosos. Puesto que la agricultura los mantiene ocupados sólo unos pocos meses, también existen muchas industrias menores para ellos. Raspan las gruesas hojas del maguey para extraer las fibras que retuercen con el taravirachi(T. II, p. 454, n. 38) para hacer cuerdas, o bien la enrollan en forma de hilo haciéndolas girar con la palma de la mano sobre el muslo desnudo. También se ocupan en recoger, de las altas rocas o de los árboles, los panales de abejas silvestres para obtener la miel que les venden a los mexicanos y la indispensable cera para fabricar las velas usadas en las ceremonias.

La actividad ceremonial es casi tan ardua para los hombres como lo es para las mujeres. Tienen que hacer largas peregrinaciones a Santa Catarina para traer el agua sagrada de las cuevas de los dioses. Los hombres fabrican las velas sumergiendo cuerdas de la fibra ixtle ya mencionada, en la cera obtenida de los panales de abejas silvestres. También deben realizar viajes a los pueblos mexicanos para vender miel, fibra (o cuerda) y queso. Gastan casi todo el dinero recogido, en la compra de pan, chocolate, velas de repuesto y papel de seda de colores brillantes, para hacer flores artificiales. El peregrinaje del peyote, que todo huichol emprende por lo menos una vez en su vida, es una prueba realmente enloquecedora. Los bárbaros ayunos de comida y agua afectan a ambos sexos.

Rara vez las mujeres son físicamente maltratadas, aunque no se desconoce del todo la práctica de pegarle a la esposa; pero, fuera de los casos en que la paliza a la propia mujer es considerada por los huicholes como bien justificada, dicha práctica es castigada, de acuerdo con la mitología, con la pérdida de la esposa y la obligación de un voto de castidad durante cinco años. El mito cuenta el caso de la esposa del primer huichol, tumuSaúwi(Muchacho-Pato) quien estando borracha, rompió un voto de continencia hecho para otro propósito. Aunque a causa de ello el maíz del marido se plagó de gorgojos y los hijos se enfermaron, el shamán le dijo al hombre que la mujer no tenía la culpa y que no debía golpearla. El mito continúa diciendo:24

“Cuando el shamán, kauymáli, se marchó, tumuSaúwise puso a pensar en cómo su esposa había destruido toda su buena obra de mantenerse fiel a su voto durante cuatro (o cinco) años, se enfureció tanto que le arrancó las ropas y agarrándola del pelo azotó su cuerpo desnudo con su látigo hasta hacerlo sangrar. También los hijos enfermos se pusieron a llorar compadecidos de lo que le estaba ocurriendo a su madre. La mujer persistía en negar todo conocimiento de su falta, puesto que estaba borracha y dormida (cuando la violaron). El hombre decía: ‘Eres una yegua, un burro, una puta (cast). Pero al fin los niños consiguieron que el hombre la dejara en paz. Estaba tan golpeada e hinchada que no pudo hacer tortillas ni amamantar a sus hijos enfermos”.

Cuando mi informante llegó a la mitad de este relato, un huichol de la ranchería adyacente a la mía, empezó a gritarle a su mujer y, al rato, por una coincidencia tan sorprendente que mi informante realmente temió que la causa del incidente fuera el hecho de que me estaba narrando el mito, el marido comenzó a golpear a su esposa. La mujer estaba celosa porque el hombre estaba involucrado en adulterio con la mujer de un vecino (véase p. 279).

La pareja se hallaba en la construcción que servía de despensa, cuando el hombre cogió su machete y empezó a golpear a su mujer con la hoja del arma. Pese a que los golpes no eran muy fuertes, la mujer y los hijos se largaron a llorar y gritar tal como se describe en el relato anterior.

La anciana abuela, en cuyo rancho contiguo estaba yo viviendo, salió corriendo hacia el almacén. Por respeto hacia su abuela, el hombre interrumpió el castigo.

Los niños quedaron muy impresionados por la escena durante la cual ellos y su madre habían gritado realmente aterrorizados. En seguida de haberle propinado a su esposa semejante paliza, para demostrarle a su amigo, José, que sí sabía dominar a su mujer, el marido sin inmutarse, se fue a jugar con sus amigos. Ni mi informante ni el abuelo se mostraron tan sobresaltados por lo ocurrido como yo, si bien el primero perdió su entusiasmo en cuanto a continuar narrándome el mito, por temor a su poder mágico.

A los dos días, el hijo más pequeño enfermó, quizás a causa de la tremenda impresión que sin duda ambos niños sufrieron. Un cantor me dio voluntariamente la información de que la enfermedad del chico se debía a que el padre había maltratado a la madre. El hombre no se mostraba preocupado ni parecía arrepentido. Se le puso al niño una cinta nueva alrededor de la cabeza para curarle su mal, pues se quejaba de jaqueca.

La madre, que es una linda huicholita, anduvo lloriqueando por el rancho unos días, dedicándole casi todo su tiempo al hijo enfermo. Sin embargo, le preparaba la comida al marido.

Las desventajas que sufren las mujeres huicholes se deben a su menor fuerza física y a su bondad y amabilidad, que las exponen a un tratamiento injusto. La única leve referencia que se hace a las mujeres en la mitología es la burla de que, al no cabalgar, el padre de Santiago sacó a relucir su fuerza frente a las mujeres.25

Entre los huicholes las mujeres no tienen ninguna desventaja ritual ni se las considera inferiores o impuras por la función sexual. Por el contrario, la sexualidad femenina se vincula con las concepciones huicholes sobre la fertilidad, y se la exalta al punto de otorgar a las mujeres una elevada posición ritual. Esto queda demostrado más claramente en la ceremonia de los primeros frutos, en la que las mujeres y los niños ocupan el escenario. En dicha ceremonia, los hombres se sientan detrás o a los pies de las mujeres. La mayoría de las deidades huicholes son femeninas y la principal deidad, nakawé, la Abuela Crecimiento, es decididamente concebida como una anciana de cabellos grises. Esto les da a todas las mujeres, pero particularmente a las ancianas, un elevado status ritual y a la vez social. Un ejemplo único pero significativo del papel representado por las mujeres huicholes en el ritual es el hecho de que una de ellas se convirtió en un shamán cantor (véase p. 375).

NOTAS
1 Lumholtz, Carl: Unknown Mexico, II, 94-96.
2 En la mitología aparecen muchas referencias al hecho de que en una pareja recién acoplada, sus miembros “se van acostumbrando el uno al otro” en el casamiento, y de coitos dolorosos debido a que la muchacha no ha sido abierta. En uno de los mitos, luego de consumada la cópula con gran sufrimiento para la joven, ella dice: “Ahora estamos casados”. (“Mitología huichol”, pp. 167. n. 1).
3 “Mitología Huichol”, pp. 240.241.
4 Hubo muchas risas y pláticas cuando la música se puso en marcha. Aparte de las canciones estudiantiles con frecuentes “rah, rahs”, a los indios realmente les enloquece una canción popular religiosa del sur con numerosas repeticiones y ritmo muy marcado llamada “Cabalgando hacia la Eternidad”. La razón es que las palabras cabalgando, cabalgando hacia la eternidad le suenan como “wali, wali, wali”, que significa “caminar, caminar, caminar”.
5 Lumhohz, Carl: Unknown Mexico, II, 96.
6 Ibid., II, 96.
7 Mi mejor guía, que estaba casado, festejó mi ausencia en una ranchería cercana, yéndose a un pueblo vecino para pasar una luna de miel de dos semanas con una mujer separada de su marido. Meses más tarde me comentó, muy al pasar, que en los tiempos de su juventud los funcionarios solían ser muy rudos y que ahora que el castigo de los azotes estaba prohibido, todo es mucho más fácil. (Véase p. 286. n. 19).
8 Véase p. 275.
9 “Mitología Huichol”, p. 118. n. 2.
10 Excepto en la ceremonia de asunción de los funcionarios. Véase p. 160. n. 42. yp. 273.
11 Es bastante extraño que nunca me haya enterado del motivo de este suicidio, pese al hecho de que en cierta ocasión me vi forzado a recordar que debía averiguar por qué había ocurrido, cuando vi sus blanqueados huesos sobre un cerro de la ranchería yque los coyotes habían desenterrado de la poco profunda tumba. Tenía yo mucho miedo de encontrar algún día a la amistosa y locuaz concubina, que me contó tantos chismes, colgada de la fuerte viga de la casa de baile en la que viví tanto tiempo.
12 Lumholtz, Carl: Unknown Mexico, II, 246. “Cada una de las tres autoridades civiles principales tiene también una tenanche... Esto contribuye a la inmoralidad de los indios, puesto que la jovencita frecuentemente se convierte en la amante del indio en cuya casa vive”.
13 Lumhohz, Carl: Unknown Mexico, II. 93.
14 Esta asociación entre la intimidad con foráneos, lógicamente mexicanos en su mayoría, y peligrosas hazañas de equitación, resulta muy interesante. Puesto que los huicholes no montan a caballo, asocian el cabalgar como uno de los aspectos más notables de la cultura mexicana. Esto se nota claramente en el impetuoso uso de caballos de palo en el espectáculo burlesco sobre las costumbres mexicanas que se representan durante el Carnaval (véase p. 201 sigs.). Cierto huichol rico tenía un magnífico equipo de montar y sabía hacerlo y en muchos otros detalles se advierte el gran prestigio que el pensamiento huichol atribuye a la equitación. Todavía más notable es el caso de un tarahumara que poseía una silla de montar flamante y de muy buena calidad, pero que no sabía andar a caballo. (Bennett, W.C. y Zingg, R.M.: The Tarahumara, p. 12).
15 “Mitología Huichol”, p. 234, n. 1.
16 Ibid., p. 235.
17 “Los cónyuges estaban muy enojados el uno con el otro por las cosas que habían confesado al Fuego. Hubo recriminaciones y golpes que terminaron en una gran refriega”. (“Mitología Huichol”. p. 102. n. 1).
18 Esta mujer de edad mediana y muy atractiva, que se mostraba tan pudorosa conmigo, al punto de no querer entrar en mi casa, era la causa de recuerdos tan agradables para otro de mis informantes, que me pidió una foto de ella, pero luego me la devolvió diciendo que su esposa se pondría celosa si la descubría (Véase p. 66-67).
19 Véase el análisis del divorcio, p. 274 y sigs.
20 “Mitología Huichol”. p. 335. n. 1.
21 Ibid., p. 272, n. 4.
22 Lumholtz, menciona lo que yo frecuentemente vi en las parejas de jóvenes casados. “Los jóvenes se hacen demostraciones de afecto en público: se besan y se abrazan”. (Unknown Mexico, II. 91).
23 La esposa de mi mexicanizado guía huichol estaba sumamente preocupada por la observación de un shamán, de que sus hijos morirían si el marido no realizaba las ceremonias. La mujer llegó al extremo de preparar el maíz para hacer la cerveza, pero la ceremonia nunca se llevó a cabo. Véase p. 62.
24 “Mitología Huichol”, p. 227.
25 Ibid., p. 314, n. 1.

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