La presente traducción pertenece como la anterior al apartado "Mesoamerican Architecture" de la obra en dos volúmenes de Adrian Snodgrass Architecture, Time and Eternity, Aditya Prakashan, New Delhi 1990. |
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La
arquitectura, como todo lo demás en el universo mesoamericano, se
conformaba al principio ordenador de la cruz espacio-temporal. Las ciudades
y los edificios eran representaciones microcósmicas del cosmos quincuncial.
Tenochtitlán, la capital azteca, se concentraba alrededor de un
sagrado recinto que incluía un conjunto de templos; los caminos
corrían desde esta zona focal en las cuatro direcciones, dividiendo
a la ciudad en cuatro sectores, cada uno de los cuales correspondía
a un color de la cosmología azteca.1
Cada
sector tenía un jefe civil y un jefe de guerra. Esta disposición
era de origen divino; antes de la fundación de la ciudad, los aztecas
recorrieron el país transportando en un envoltorio el cuerpo de
Huitzilopochtli; cuando llegaron al sitio de la ciudad, el dios habló,
ordenándoles que le construyeran un templo, rodeado por casas en
cuatro sectores para dividir en cuatro grupos a los jefes y sus seguidores.2
El trazado cruciforme de Tenochtitlán fue el modelo del reino azteca, con cuatro provincias en los sectores. De acuerdo con el mismo paradigma, cuatro caminos principales corrían desde cada aldea y pueblo para formar una red de asentamientos ordenados en una parrilla rectangular.3 Los principales ejes de los centros rituales, como Xochicalco (Figura nº 179)4, y ciudades como Tula,5 formaban una cruz de direcciones cardinales. Los edificios mesoamericanos muestran la misma disposición cruciforme. El palacio sagrado del sacerdote y rey tolteca Quetzalcóatl tenía cuatro salas principales, orientadas hacia los cuatro puntos cardinales. La sala del este estaba ornamentada con oro, la del este con esmeraldas y turquesas, la del sur con plata y conchas marinas de brillantes colores, y la del norte con jaspe rojizo. Otro palacio-templo tenía las cuatro salas principales en las direcciones, decoradas con tapices confeccionados con plumas, las cuales eran amarillas en el este, azules en el oeste, blancas en el sur y rojas en el norte.6 El obispo Landa deja constancia de que las ciudades mayas se dividían en cuatro partes, con dos carreteras principales que formaban una cruz orientada hacia las direcciones.7 Cada una se abría desde la ciudad a través de una puerta en el muro de circunvalación. En la actualidad las aldeas mayas aún tienen este trazado en quincunce, con la cruz diagramada en referencia a los solsticios y equinoccios. El Códice de Dresde muestra que los mayas prehispánicos usaban tanto las direcciones cardinales como los puntos solsticiales intermedios al trazar sus ciudades.8 Los jeroglíficos de las estelas muestran que el "modelo conocido" del mundo maya tenía cuatro ciudades capitales o centros ceremoniales, cada uno de ellos situado en un cuadrante del universo maya, designados como Copán, Tikal, Calakmul y Palenque. Estas ciudades se alzaban en el centro de una rejilla hexagonal de ciudades casi equidistantes,9 que a su vez eran circundadas por estructuras más pequeñas de entre cinco y ocho sitios terciarios. Los cuatro centros ceremoniales principales estaban vinculados por alianzas matrimoniales de carácter regio.10 La ciudad maya anterior a la conquista consistía en cuatro caminos en las direcciones cardinales, asociado cada uno con un color e irradiándose desde el complejo central del templo. Estos caminos axiales tenían un propósito ritual conectado con los ciclos del año de 365 días. En sentido contrario al de las agujas del reloj, los años seguían una pauta reiterada de cuatro años, identificándose sucesivamente con una dirección y su color asociado, un Sostén del Cielo (bacab) y un Dios de la Lluvia (chac), y con los concomitantes augurios auspiciosos u ominosos. En el Año Nuevo,11 la imagen del dios del año entrante era llevada en procesión por el camino axial de su correspondiente dirección y se la instalaba en un santuario fuera de los muros de la ciudad, donde quedaba hasta el Año Nuevo siguiente, cuando se la regresaba al templo en el centro de la ciudad, reemplazándola con la imagen del dios del año en la siguiente dirección en sentido contrario al de las agujas del reloj.12 Cada sector del pueblo tenía un consejero, quien gobernaba toda la ciudad durante el año correspondiente a su dirección. El poder de gobierno pasaba pues de uno de los cuatro consejeros al próximo, siguiendo la procesión de los años en sentido contrario a las agujas del reloj a través de las cuatro direcciones del espacio en un reiterado ciclo de cuatro años.13 La rotación ritual del poder se relacionaba con normas de linaje: los sectores de la ciudad eran distritos endógamos formados por un linaje patriarcal exógamo; el parentesco, el gobierno, el ritual, las direcciones y el ciclo del año estaban inextricablemente entremezclados.14 Una circulación similar del poder, basada en permutaciones espacio-temporales, se aplicaba en otros niveles de la sociedad maya, desde la totalidad del estado y cada una de las provincias por medio de centros ceremoniales como el de Tikal.15 También es posible, entre sus otros significados, que los templos-pirámides mayas fueran "montañas del linaje" que alojaban los remanentes de la deidad ancestral de un linaje regio patriarcal.16 Es probable que a los edificios y viviendas de los centros ceremoniales se los haya identificado con particulares dinastías y asociado con rituales cíclicos rotativos, como los que se cumplían al finalizar el año en las ciudades.
El centro ceremonial de Monte Albán [junto a Oaxaca, en el sur de México] consiste en una explanada de unos 700 metros de largo, con una pirámide en cada extremo y una gran plataforma, de unos 2.475 metros cuadrados, en su centro. Hay una hilera de edificios en uno y otro lado. Las dos pirámides se hallan en un eje norte-sur que corre a lo largo del lomo de la colina con escarpados precipicios a cada lado. La hilera de edificios del lado este de la explanada está situada en una línea norte-sur y la del oeste se desvía para correr aproximadamente en los 5 ó 6 grados noreste-suroeste. Este último eje aparentemente se determina observando en ángulos rectos la salida equinoccial del sol, debiéndose la variación desde el este a la altura del horizonte visto desde Monte Albán.23 En el Cerro el Chapín, que está en el Trópico de Cáncer, donde la fecha del paso por el cenit coincide con el solsticio de verano, dos petroglifos se alinean con el Cerro Picacho, la cumbre que más se destaca en el horizonte, la cual marca la posición de la salida del sol en verano, en el solsticio de junio. Una alineación del mismo pico desde el Templo del Sol, en Alta Vista, a 7 kilómetros al norte, permite divisar la salida del sol en los equinoccios; y una diagonal del Templo del Sol apunta hacia la misma posición en el horizonte.24 Un par de estelas, en los extremos de una línea de base de 7 kilómetros, que corre hacia el este y el oeste en la ciudad maya de Copán, marcaba la caída del sol en el día que comenzaba el calendario agrícola. La línea de observación también dividía el calendario incorporando tanto el año tropical como el ciclo ritual de 260 días: Copán está en la latitud en la que el sol permanece durante 260 días al sur del cenit celeste; durante los otros 105 días del año pasa por el norte del cenit al mediodía.25 De este modo las puestas equinocciales estaban en relación con los pasos por el cenit. La gran pirámide de Tenochtitlán, que a causa de Coatépetl se llamaba "Montaña de la Serpiente", es aquella en la que la diosa tierra dio a luz a Huitzilopochtli. La pirámide-montaña representa el arco del Cielo que el dios sol escala cada día. Se orienta hacia el punto en el que el sol se pone en el solsticio de verano. En el centro maya de Palenque, el Templo de las Inscripciones, el monumento funerario del Señor Escudo-Pacal, y el Templo de la Cruz, el monumento de acceso del Señor Chan Bahlum, contienen lápidas y murales que muestran un traspaso del Poder del gobernante fallecido, en el oeste, a su sucesor vivo, en el este. El rey muerto sostiene un monstruo-solar, mitad de carne y mitad de huesos, suspendido entre la noche y el día. La iconografía define el instante crítico del pasaje diario del sol en su ocaso, cuando pasa del mundo medio al mundo subterráneo, equivalente diario del pasaje del sol cuando el solsticio de invierno. La arquitectura de ambos templos reproduce el simbolismo de este paso invernal del sol a través del solsticio: desde el piso superior de una torre vecina y desde dentro del palacio, el sol del solsticio de invierno se pone sobre el centro del Templo de las Inscripciones y en línea con su escalera: el sol entra en el mundo subterráneo atravesando la tumba de Pacal. En el día del solsticio de invierno, y solamente ese día, en el momento en el que el sol desaparece detrás del Templo de las Inscripciones y la torre y el palacio quedan en las sombras, un rayo de luz solar cae en el Templo de la Cruz, iluminando la fachada y brillando en el interior hasta su centro.26 El Edificio O, en Caballito Blanco, cuya forma de flecha y su relación se parecen a los edificios circundantes como ocurre con el Edificio J, en Monte Albán, descripto más adelante, tiene una fachada frontal que es perpendicular a la posición de la salida del sol en el primer día de verano, la posición más al norte que el sol alcanza en el horizonte antes de comenzar su regreso hacia el sur. La punta de la flecha en Caballito Blanco apunta hacia la posición de la salida helíaca de Sirio en la época de construcción del edificio, y la salida helíaca de Sirio marca el solsticio de invierno.27 En Caballito Blanco, las salidas y puestas helíacas de Sirio dividen el año en dos partes casi iguales: la primera aparición de Sirio en el cielo que precede al amanecer presagia el primer día de verano, 93 días después del equinoccio de invierno; y la última salida de la estrella en el este después de la caída del sol marcaba el primer día de invierno.28 El Edificio O, en Caballito Blanco, se orienta hacia la salida helíaca de Sirio, la cual anuncia el solsticio de invierno y se relaciona pues con la estructura de la cruz formada por los solsticios y equinoccios, y de ese modo hacia el Sol invisible que se halla en el cruce de los ejes celestes. En los edificios de Mesoamérica es recurrente este método por el que al edificio se lo une con el centro fundamental del cosmos (refiriéndolo a una salida o una puesta helíaca, que a su vez se relaciona con la cruz celeste). Por ejemplo, el centro ceremonial de La Venta se orienta a 8º al oeste del norte verdadero, la dirección de la posición del acimut de la Osa Mayor en la medianoche del solsticio de verano. Al contorno de la Osa Mayor se lo identifica con la boca del Jaguar: la palabra náhuatl ocelote es a un mismo tiempo "jaguar" y "Osa Mayor". El Jaguar es una divinidad "ctónica", expresión suprema de las fuerzas que la tierra contiene en su interior; es el Psicopompo y el Señor del Inframundo. Al caer el sol, el Jaguar devora al sol y se convierte en el "sol negro", el sol del mundo subterráneo, cuya trayectoria nocturna es homóloga del desplazamiento diario del sol a través de los cielos.29 La constelación del Jaguar, o de la Osa Mayor, junto con las constelaciones del Cisne, las Pléyades y Escorpión, forman en el cielo una gran cruz cuyos brazos marcaban, con sus movimientos, las épocas de los equinoccios y solsticios. En la época en la que la constelación del Cisne transita por el meridiano desplazándose hacia el oeste, las Pléyades salen en el este y Escorpión se pone en el oeste. Estas cuatro constelaciones equidistantes, que se suceden una a la otra según una ascensión recta de aproximadamente 90 grados, marcan respectivamente, con sus tránsitos de medianoche, el solsticio de verano, el equinoccio de otoño, el solsticio de invierno y el equinoccio de invierno.30 Con una referencia más directa al Sol fundamental que se halla en el cenit del cielo, las ciudades y los edificios se alinean con la posición de una salida o una puesta helíaca que anuncia el paso del sol por el cenit. El momento en el que el sol transita por el cenit marca la coincidencia de los soles metafísico y físico, el momento del año en el que el Modelo y su apariencia se funden. El paso del sol por el cenit es el punto crítico del tiempo: el Año Nuevo comienza cuando el sol regresa al cenit en su camino hacia las regiones del sur; en gran parte de América Central, esta fecha también presagia el comienzo de la estación de las lluvias. Para los mexicanos, mayas e incas fue el eje del ciclo anual, celebrado con grandes festividades rituales.31 Traducción:
Héctor V. Morel
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NOTAS | |
1 | Brundage, Burr C., The Fifth Sun. Aztec Gods, Aztec World. Austin, University of Texas., 1979, p. 5; Stierlin, Henri, Living Architecture. Mayan. London, Oldbourne, 1968, pp. 181-182; Hunt, Eva, The Transformation of the Hummingbird. Ithaca and London, Cornell University Press, 1977, p. 204. |
2 | Perry, W. J. "The Dramatic element in ritual", Folklore, 39, 1 (Mar.), 1928, Pág. 49-50, citando informes dados por Toribio Motolinía y registrados en Bandelier, Ad. F., "On the Art of War and mode of Warfare of the Ancient Mexicans", Report of the Peabody Museum, 2, 1876, p. 104 y 401. |
3 | Marcus, Joyce, "Territorial Organization of the Lowland Classic Maya", Science, 180, 4089 (June), 1973; Hunt, op. cit., p. 204-206. |
4 | Kubler, George, The Art and Architecture of Acient México, London, Penguin, 1961, p. 38-39. |
5 | Ibid., 43. |
6 | Perry, W. J., "The Dramatic element in Ritual", Folklore, 39, 1 (Mar.), 1928, p. 50-51. |
7 | La "Relación de las Cosas de Yucatán", escrita hacia el año 1566, es aún la máxima y singular fuente de información acerca de la antigua cultura maya del Yucatán. Brinda una historia del Yucatán de fuentes indígenas, descripciones del calendario y de las ceremonias mayas, y dibujos de las inscripciones mayas. Ver Landa, Diego de, Yucatán Before and After Conquest, Baltimore, Maya Society, 1937. |
8 | Tompkins, Peter, Mysteries of the Mexican Pyramids, New York, Harper and Row, 1976, p. 304. Un muy citado pasaje de Motolinía, confirma el uso de las alineaciones equinocciales. Dice que en Tenochtitlán, la festividad de Tlacaxipeualiztli "tenía lugar cuando el sol estaba en la mitad de los Huicholobos, lo cual se hallaba en el equinoccio, y debido a que estaba un poco desalineado, Moctezuma deseaba derribarlo y corregirlo". Los mayas usaban palos ahorquillados y bifurcados, bordes de techos, hileras de postes verticales y estelas al efectuar sus alineaciones estelares, y el uso de estos diversos elementos de ayuda aparece en los Códices en por lo menos veintiséis dibujos. Ver Hartung, Horst, "Astronomical Signs in the Codices Bodley and Selden", IN Aveni, Anthony F. (ed.), Native american Astronomy, Austin, University of Texas, 1977; Tompkins, op. cit., 1976, p. 305-307; Aveni, Anthony F. (ed.), "Astronomy in Ancient Mesoamerica", IN, Krupp, E. C., In Search of Ancient Astronomies, London, Chatto and Windus, 1979, p. 158, 159 y 163. |
9 | Por ejemplo, entre los años 600 y 900 de nuestra era, Calakmul era el centro de una grilla hexagonal integrada por Naachtún, Altamira, La Muncca, Oxpemul, Sasilhá y Uxul. |
10 | Marcus, Joyce, "Territorial Organization of the Lowland Classic Maya", Science, 180, 4089 (June), 1973, p. 913-914. |
11 | Las festividades del Año Nuevo se celebraban en el décimo noveno "mes" de cinco días sin nombre que sucedían a los 18 meses de 20 días que componían el año. En cuanto a detalles sobre la relación de los años con los cuatro días del ciclo de 260 días que podían iniciar un año, ver Coe, Michael, "A model of Ancient Community Structure in the Maya Lowlands", Southwestern Journal of Anthropology, 21, 1965, p. 99-100. |
12 | Ibid., 100-103, donde se dan detalles sobre este ritual que era un tanto complicado. |
13 | Ibid., 99-100. |
14 | Ibid., 106.107. |
15 | Ibid., 109-110. |
16 | Holland, William R., "Contemporary Tzotzil Cosmological Concepts as a Basis for Interpreting Prehistoric Maya Civilization", American Antiquity, 29, 3, 1964, p. 301-306; Coe, Michael., op. cit., p. 110-111. |
17 | Aveni, Anthony F. (ed.) "Concepts of Positional Astronomy Employed in Ancient Meso-American Architecture", p. 7, IN, Native American Astronomy, Austin, University of Texas, 1977. |
18 | Ibid, p. 7; ver también del mismo autor "Possible Astronomical Orientations in Ancient Mesoamerica" IN Archaeoastronomy in Pre-Columbian America, Austin, University of Texas, 1975, p. 170; Aveni, Anthony F., Gibbs, S. L., "On the Orientations of Ceremonial Centers in Central Mexico", American Antiquity, 41, 1976, pp. 513-515. |
19 | Aveni, Anthony F. (ed.) "Concepts of Positional...", op. cit., p. 17, y del mismo autor "Old and New World Naked-Eye Astronomy" IN Brecher, Kenneth y Michael Freitag, Astronomy of the Ancients, Cambridge, Mass., M.I.T. Press, pp. 63-65, y Figura nº 1, p. 64; Morley, S. G., The Ancient Maya. Revised by G. W. Brainerd, 3era. Ed., Stanford, California, Stanford University Press, 1956, Figura nº 4, p. 32; Baity, Elizabeth C., "Archaeoastronomy and Ethno-astronomy So Far", Current anthropology, 14, 4 (Octubre), 1973, p. 401, y Figura nº 4, p. 402; Fuson, Robert, "The Orientation of Mayan Ceremonial Centers", Annals Association of American Geographers, 1969, p. 499; Broda, Johanna, "Astronomy, Cosmovision and Ideology in pre-Hispanic Mesoamerica", IN Aveni, Anthony F., y Gary Urton (eds.), Ethno-astronomy and Archaeoastronomy in the American Tropics, Annals of the New York Academy of Sciencies, 385, 1982, p. 87; y Figura nº 3, 86. |
20 | La misma orientación se ve en Copán, ver Aveni, Anthony F. (ed.), "Concepts of Positional...", op. cit., p. 17. |
21 | Al menos parece repetirse, pues las orientaciones de estos sitios aún no fueron medidas con exactitud. |
22 | Aveni, Anthony F. (ed.), "Concepts of Positional...", op. cit., p. 18. |
23 | Stierlin, Henri, Living Architecture. Ancient Mexican, London, MacDonald, 1968, pp. 132-133. |
24 | Aveni, Anthony F. "Old and New..." op. cit., pp. 73-74. |
25 | Aveni, Anthony F. "Old and New..." op. cit., pp. 71-72. |
26 | Schele, Linda, "Palenque: the House of the Dying Sun", IN Aveni, Anthony F. (ed.), Native american... op. cit., pp. 43-49; ver Krickeberg, Walter y otros (eds.), Pre-Colombian American Religions, London, Weidenfeld and Nicholson, 1968, pp. 74-75. |
27 | Aveni, Anthony F. (ed.) "Concepts of Positional...", op. cit., p. 175. Si bien Venus y las Pléyades son mencionados en los mitos de Mesoamérica, esto no ocurre con Sirio y la estrella Cabra. Aunque las lecturas por computadora indiquen que estas estrellas puedan haber determinado algunas orientaciones, las fuentes etno-históricas no sustentan esta hipótesis. Ver ibid., 185. |
28 | Aveni, Anthony F. (ed.) "Concepts of Positional...", op. cit., p. 173-178. |
29 | Thompson, J. E. S., Maya Hieroglyphic Writing: an Introduction, Norman, University of Oklahoma Press, 1960; Hatch, Marion P., "An Hypothesis on Olmec Astronomy, with Special Reference to the La Venta Site", Contributions of the University of California Archaeological Research Facility, 13, 1971; Baity, Elizabeth C., "Mesoamerican Archaeoastronomy So Far, IN Aveni, Anthony F., Archaeoastronomy in Pre-Columbia America, Austin, University of Texas, 1975, p. 380; ver Chevalier, J. y Gheerbrant, A., Dictionnaire des Symboles, 2a. Ed., París, Seghers, 1974, vol. 3, p. 65, ver entrada correspondiente a Jaguar. |
30 | Baity, Elizabeth C., "Archaeoastronomy and Ethno-astronomy..." op. cit., p. 443; y del mismo autor "Mesoamerican Archaeoastronomy..." op. cit., p. 380. |
31 | Aveni, Anthony F. "Old and New..." op. cit., p. 68. |
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