LOS INDIOS DE LA TIERRA DEL FUEGO
MARTIN GUSINDE
PATRIA E HISTORIA DE LOS SELK'NAM
(Fragmento, continuación)
 
5. Vejaciones bajo el pretexto de la Ciencia
 El valor que los indios tenían a los ojos de algún europeo que, con su presencia, mancillaba aquel país lejano, se demuestra en las actitudes de los señores WILLEMS y ROUSSON (pág. 53). Pretendieron investigar esta región por orden del ministro francés de Bellas Artes. ¿Pero cómo se condujeron? "Asesinan ancianos indefensos, arrancan a las mujeres del lado de sus maridos y satisfacen sus bestiales instintos, ¡oh sarcasmo!, a nombre de la ciencia" como juzga POPPER (d): 140,29 cuyas manos también estaban manchadas de sangre india. Su guía era el alemán FRIEDRICH OTTEN. Para obtener el esqueleto de un gigantesco selk'nam fusilaron sin el menor escrúpulo al viejo YENIJOON. J. M. CALAFATE, el con tanta frecuencia intérprete del P. BEAUVOIR (b): 167, lo ha atestiguado. Incluso SEÑORET: 24 lo confirma oficialmente: "Las mismas caravanas que con propósito meramente científico han cruzado la isla, han hostilizado a los naturales".

Para organizar exhibiciones rentables en ciudades mayores, varios indios fueron atrapados y secuestrados. En 1886 desembarcó en la Bahía de San Sebastián un empresario que asaltó a mujeres y niños, y embarcó a los heridos, que chorreaban sangre, en su vapor. En Buenos Aires los exhibió públicamente (POPPER [d]: 140).

Como alguien que hace un negocio mostrando animales salvajes, cierto MAURICE MAÎTRE raptó en la Bahía de San Felipe, a fines de 1888, a toda una familia selk'nam, que constaba de once personas, y, con pesadas cadenas, los llevó "cual tigres de Bengala" (POPPER [d]: 140) a Europa.30 Dos de ellos murieron ya en el viaje. En la Exposición Mundial de París en 1889, estos desgraciados fueron presentados, tras pesadas rejas, como "caníbales" ante el público curioso. A determinadas horas les arrojaban carne de caballo cruda; intencionalmente los mantenían en suciedad y total abandono para que realmente tuvieran la apariencia de "salvajes". Bajo las mismas condiciones los expusieron, poco después, en el Royal Westminster Aquarium de Londres. Pero el directorio de la S. A. Missionary Society protestó enérgicamente contra esta repulsiva exposición diciendo: "These poor helpless Indians have been drawn away from their country and their home to be exhibited... as wild beasts for commercial gain, not for themselves, but for others. They are advertised as cannibals, and to be fed at certain in hours with horseflesh... ". El empresario confesó abiertamente que, con su empresa, sólo pretendía "to obtain a commercial success". Como también la opinión pública en Inglaterra se rebeló decididamente contra estas presentaciones indignas, gracias a la incansable actividad de dicha S. A. Missionary Society, el empresario se trasladó con su "ménagerie" a Bélgica. Sólo una mujer quedó en Londres, gravemente enferma, y el 21 de enero de 1890 murió en la St. Georges Infirmary.31 Allá en Bélgica pronto le impidieron a M. MAÎTRE que siguiera ejerciendo su oficio, y hasta lo detuvieron. Bajo la protección del gobierno belga y del embajador inglés los indios volvieron a su patria a bordo de un vapor. Sólo cuatro la volvieron a ver, porque los otros murieron en el viaje.32 El misionero P. BEAUVOIR tomó más tarde a uno de ellos, el a menudo nombrado MIGUEL L. CALAFATE, como intérprete.33

Ningún medio de fuerza contra los selk'nam, por más perverso que fuera, fue omitido por aquellos europeos con el fin de hacer dinero. ¡Aquí nos encontramos frente a los efectos culminantes de la auri sacra fames!

6. Los blancos según el juicio de los selk'nam
 Podríamos armar una verdadera "chronique scandaleuse", con las opiniones que los selk'nam deben haberse formado sobre el comportamiento salvaje de los europeos. Lamentablemente, no existe por escrito esta colección de juicios. Pero en la actitud de los indios contra aquellos intrusos blancos afloran muchos aspectos esenciales.

a. Calificativos para los europeos
Esas pocas formas de expresión que nuestros indios usan para denominar a los europeos están, por su procedencia, circunscritas a particularidades exteriores; lo mismo vale para la formación de nombres propios.

koliót se usa y se usaba en general como nombre propio con el sentido de "forastero, extranjero, miembro de una tribu extraña". También sería aplicable a los yámana y halakwulups, pero el indio, habituado a utilizar el vocabulario correcto, prefiere emplear el nombre corriente de la tribu. BEAUVOIR (b): 45 simplemente escribe kolliót "civilizado". La derivación intentada por GALLARDO: 355 resulta errada a primera vista. El uso adjetival de esta palabra significa "del extranjero, del blanco".

k'ârks significaba originalmente la raíz comestible blanca de Boopis. Por alusión al claro color de piel de los europeos, se les dio esa denominación.

samp se dice del color macilento, pálido de la cara que aparece en estado de descompostura o enfermedad. El real sentido de la palabra es entonces "cara pálida". TONELLI: 95 dice serp, sapre "nemico".

p'álte se usaba menos y significa, sin limitaciones, "uno que viene de lejos".

háruwenhhos fue expresión usada preferentemente en tiempos en que POPPER inició las persecuciones. La palabra se compone de: háruwenh "tierra, cascote"; y hos "cuero velludo, terrón con pasto". La denominación tiene su origen en el siguiente suceso: para espantar, o, por lo menos, intimidar a los aborígenes, POPPER había armado varias figuras de tierra y pasto, otras en cambio de cueros velludos y los había sentado sobre caballos, simulando soldados, o una mayor cantidad de jinetes para la lucha. Desde entonces esta palabra compuesta significaba "figuras de tierra cubiertas con cueros velludos".

káiyenhos significa literalmente "terrones con raíces extraídos de negras aguas cenagosas". Los europeos obtuvieron este apodo porque se movían siempre en grupos o como una masa compacta, vestidos principalmente con ropas oscuras, o sea que semejaban un terrón negro.

arnoól "forestiero", dice TONELLI: 95, sin explicación alguna. Yo nunca lo escuché.

Si las mujeres y los niños, durante los ataques, se echaban desesperados a los pies de los asesinos europeos para pedir por sus vidas, repetían constantemente k'ârks en el sentido de "¡sé bueno, sé misericordioso con nosotros!". Como la raíz del Boopis tiene un sabor agradable y un efecto bienhechor, utilizaban la misma palabra para pedir clemencia. No podían hacerse entender de los blancos con su idioma.

Parece que los haus usaban sólo la expresión ohónak para nombrar a los europeos. Por lo menos yo no pude hallar otra.

Los selk'nam hoy en día sólo utilizan la palabra koliót. Las otras denominaciones, como perífrasis de ciertas características, ya no tienen actualidad. Ya en mi primera visita al campamento del Río del Fuego, a mí me pusieron el nombre propio xonkoliót "hechicero europeo".

b. Su profundo desprecio por los blancos
Retomando los sucesos que muchos navegantes y viajeros han presenciado, quiero recordar que los selk'nam han ido con tímida precaución al encuentro de toda aquella gente extraña que había osado, por vez primera, penetrar en su territorio, pero nunca con hostilidad injustificada. A nadie crearon obstáculos en su camino; sólo fueron observando furtivamente cada movimiento de estos extraños forasteros. La historia de las investigaciones de la década del 8034 lo prueba ampliamente.

La actitud agresiva de los indios fue también en Tierra del Fuego una imitación del ejemplo de los blancos. Éstos inicialmente los provocaron y luego los forzaron con sus atropellos a la defensa propia. Ningún hecho lo demuestra mejor que el primer encuentro con un pelotón de europeos al mando de RAMON LISTA (pág. 52). No menos significativo es, además, el hecho de que unos trescientos indios junto al Río del Fuego hayan dejado pasar a POPPER, que con su reducida compañía se acercaba, en actitud pacífica, sin molestarlo, deponiendo incluso las armas para manifestar sus buenas intenciones. Él mismo pudo, en otro campamento cerca del Cabo San Pablo, pasar una noche tranquila, ahí donde WILLEMS y ROUSSON afirmaban haber sido atacados pocos días antes y donde dejaron en el lugar los cadáveres de varios aborígenes. Un viejo indio se quejaba amargamente, frente a POPPER, diciendo que aquéllos dos habían sido las atacantes y agregaba: "we wish to live in peace with you; but why do your brothers persecute us, kill our fathers and steal our women?"35

Una chusma de los más depravados europeos había caído como un rayo sobre los indígenas que durante siglos no habían sido molestados. Los indios defendieron heroicamente su patria, su vida y su familia. Impotentes, tenían que ver cómo sus mujeres y niños eran cruelmente degollados, los sagrados lazos de sangre destrozados y los seres queridos raptados y deportados al extranjero. Todo el dolor por los muertos y desaparecidos, las súplicas por la piedad y la justicia fueron en vano. Los blancos, con los caños humeantes de sus rifles, los espantaban de sus escondrijos y los mataban como animales salvajes. Sólo el monte impenetrable les brindaba protección parcial hasta que, acuciados por el hambre, volvían a intentar una salida. Esta desgracia indecible envenenó sus almas y alimentó en ellos un odio insuperable contra todo blanco.36 Yo todavía he podido ver cómo se desencadenaba la ira del viejo TENENESK al hablar de estos brutales acontecimientos: "Cuántas veces habíamos tratado, nosotros los hechiceros, de utilizar toda nuestra sabiduría en contra de estos intrusos impertinentes; pero nuestros más grandes esfuerzos siempre fueron infructuosos. De lo contrario, ninguno de ellos hubiera quedado con vida".

Los pocos sobrevivientes se resignaron, en su total impotencia, a las sensibles limitaciones de sus medios de vida, que a la postre les dejaron. Saben esconder, bajo el más profundo silencio, su amargura por haber perdido todo lo que amaban y apreciaban. Por prudencia evitan otros intentos de venganza, porque el indio "¡sabe perdonar, sabe compensar con hidalguía las crueldades de que ha sido constante víctima!" Hasta un POPPER (d): 142, de tendencia al crimen, les dedica este testimonio. Los escasos restos de esta magnífica raza de hombres se han forzado a una actitud severamente reservada. Evitan el encuentro con cualquier europeo y, ¡razones para ello no les faltan! Para el indio fue fatal que su patria fuera apropiada para una rendidora ganadería; su única culpa fue la de habitar como indígena estas tierras.37 Sólo un puñado de estos indígenas, en otros tiempos tan vitales, viven actualmente, pero su alegría de vivir está empañada por el recuerdo de las sangrientas luchas de los cuatro últimos decenios. Para ninguno de ellos es un secreto que pronto ha de desaparecer su tribu. ¡Es probable que ya dentro de diez años entierren al último, que morirá con una terrible maldición sobre los labios que perdurará por todos los tiempos, para el asesino europeo de su pueblo!

7. La situación actual de los selk'nam
 Es asombroso que, después de persecuciones tan viles como las que han tenido lugar en aquella isla, se hayan podido salvar algunos de los miembros de la tribu selk'nam hasta nuestros días. Un mérito especial a este respecto corresponde a los misioneros salesianos, en cuyas misiones los perseguidos siempre encontraron protección y seguridad (pág. 167). Hoy se atraviesan vastas extensiones sin encontrar un solo indio; por el contrario, nos topamos constantemente con alambrados y limitaciones, líneas telefónicas y edificaciones. Cuando yo viajaba por allí, un grupo pequeño vivía aún junto al Lago Fagnano y todavía disfrutaba de cierta libertad; pero ellos también sucumbieron a una fatal epidemia de gripe. Todavía nos encontramos con figuras solitarias o con familias aisladas de esta espléndida tribu, pero hoy, a fines de 1930, no suman ni siquiera un centenar. Se ha perdido para siempre e irreversiblemente el auténtico pueblo indígena.

La isla, en cambio, es un crisol de las más diversas nacionalidades. Una profunda grieta entre trabajadores y propietarios llama fuertemente la atención; aquí el trabajo penoso y allí las fantásticas ganancias de la esquila anual... ¿No se podría haber hecho algo para conservar a esta tribu sin perjudicar el desarrollo de la ganadería y de la industria lanera? Debo contestar con un convencido y decidido sí.

a. Se planearon reservas
Aunque tengo serias objeciones fundamentales, basadas en mis observaciones hechas en varios lugares de los Estados Unidos de Norteamérica, contra la formación de reservas, en la Isla Grande se podría haber declarado patrimonio exclusivo de los indígenas, sin detrimento económico, la región que rodea en un amplio circulo al Lago Fagnano, que no es apta para la ganadería. Aquí hay bosques y serranías con buenas existencias de guanacos y ánsares, donde las necesidades para el sustento de los indios hubieran estado cubiertas por mucho tiempo y solamente en un futuro lejano las autoridades tendrían que preocuparse por un abastecimiento regular de ganado.

Efectivamente, este plan fue considerado. La iniciativa fue lanzada por el Patronato Argentino de Indios, que incluso envió a su secretario general ENRIQUE A. ZWANCK en el año 1913 a Tierra del Fuego para que se interiorizara del estado de cosas.38 Este proyecto nunca se realizó y hoy ya es demasiado tarde.39

Todos esos indios, que en sus tierras adjudicadas o en sus reservas hubieran disfrutado de una libertad absoluta para llevar su propia forma de vida, protegidos totalmente contra los blancos, hubieran estado a disposición de los ganaderos locales para los periódicos trabajos del año. Esos capitalistas han calculado mal. De haber meditado bien la forma de proceder, nuestros selk'nam hubieran encajado con éxito en el nuevo sistema creado sobre la isla, sin tener que renunciar a la necesidad vital de una vida errante.

En los últimos años resultaron ser muy hábiles en la esquila; en su trabajo son rápidos y responsables. Sólo en un pequeño círculo se sabía que el record de esquilar el mayor número de ovejas en la misma cantidad de horas fue ganado contra Australia, aquí, en Tierra del Fuego, por METETEN, el hermano de TOIN. Como pastores y guardianes para los rebaños en puestos retirados, también han cumplido satisfactoriamente con sus deberes. Los trabajos relacionados con la esquila llenan aproximadamente la cuarta parte del año. Sólo por ese lapso los indios habrían estado atados a las estancias, y luego habrían podido proseguir con su nomadismo. La paga es buena y, en vista de sus parcas exigencias, el indígena habría llegado fácilmente hasta el verano siguiente.

Los indios serían jornaleros mucho más baratos que los tan pretenciosos peones contratados en el sur de Chile o en los alrededores de Buenos Aires. Inmediatamente declaran huelgas generales por nimiedades. Esto aumenta los gastos y encarece el producto. Cuán buenas ganancias se pueden obtener con mano de obra india, lo demuestra el éxito obtenido por los hermanos BRIDGES, quienes, hasta los últimos años, nunca emplearon europeos. Ninguna medida posterior corregirá los graves errores de cálculo de los que son responsables los capitalistas y ganaderos establecidos allí. Nuestros selk'nam hubieran representado para las economías de Chile y Argentina una fuerza de trabajo útil y ventajosa.40

b. Los indios fueron sistemáticamente perjudicados
El mal ejemplo, por lo general, tiene sobre los indígenas un efecto tan pernicioso como la falta de trabajo regular. En el próximo análisis excluyo a las pocas personas, ya mayores, que todavía viven, porque la genuina educación india, que para su bien recibieron en su juventud, los mantiene erguidos y firmes, incluso en estos tiempos de disolución total. Tanto más afecta a las personas de mediana edad.

La imposibilidad de continuar su vida económica indígena lleva a los individuos de edad media a las poblaciones y a las estancias de los europeos. La inmoralidad y degeneración que ven allí, tarde o temprano, tiene efectos negativos en ellos. En las cantinas les ofrecen chistes lúbricos y conversaciones obscenas. De vez en cuando, observaba en manos de algunos jóvenes revistas ilustradas y fotos de desnudos de una impudicia repugnante, que habían adquirido en un almacén; tenían vergüenza de mostrármelas. Antiguamente, el indio rechazaba cualquier tipo de bebida alcohólica (pág. 150); hoy ya le tomó el gusto, y, dos veces por año, se embriaga de manera tal que queda borracho perdido. Los hombres nunca llevan a la cantina a las mujeres de su familia, pero algunos muchachos jóvenes se meten con mujeres europeas de mal vivir y pierden en el trato con ellas el poco dinero que tienen.

Llama la atención la insolencia y el descaro de los peones y jornaleros fuera de la época de la esquila. Buscan el campamento de los indios, entran en sus chozas, se sientan junto al fuego y se instalan allí para dormir, cuándo y dónde se les antoja. Su charla estúpida y lasciva agrada por un rato y por eso los dejan. Días enteros molestan con su mera presencia a los indígenas. Se dejan servir carne o lo que haya y se conducen con fanfarrona suficiencia, como si fueran los reyes de Tierra del Fuego. No demuestran consideración alguna por la situación momentánea y los trabajos urgentes de los indios, como si éstos tuvieran que estar a su disposición para su charla imbécil. Pero nadie tiene el coraje de echar a los insufribles bravucones.

Estos caballeros errantes tienen además una llamativa insolencia para con las indias. ¡Entre blancos, jamás se podrían permitir un comportamiento tal! En su libertina opinión, cada mujer tiene que prestarse inmediatamente a sus obscenos requerimientos. Los hombres y mujeres presentes, ciertamente ven la impudicia en estas alusiones ofensivas, pero nadie se atreve a enfrentarse con ellos.

Tampoco faltan sinvergüenzas entre los policías, que más bien merecerían encontrarse entre las filas de los jornaleros vagabundos. Abusando evidentemente de su poder y contra las órdenes de sus superiores, hacen y deshacen, ordenan y atropellan como si hablaran con dementes y no con indios inteligentes y sensatos, que, por experiencia, ya saben lo poco que se puede cumplir de las amenazas proferidas. Funcionarios así, no sólo desacreditan a la policía, sino a la autoridad en general. Puesto que los indios no encontraron protección de parte de los superiores cuando los subalternos se extralimitaban, comenzaron a odiar a la administración pública en general. ¡El indio nunca olvida el trato injusto y la injusticia no reparada!

Por lo tanto, es extraordinariamente difícil para ellos soportar el menosprecio de sus derechos de propiedad o de arrendamiento por algunos vecinos europeos. Éstos llevan a pastorear su hacienda a sus praderas, la dejan allí por largo tiempo y no sienten la obligación de resarcir al indígena de algún modo. Si los indios sirvieron por mucho tiempo a un estanciero o comerciante, a menudo no ven por meses su salario ni una rendición de cuentas. Si por fin formulan una pregunta por su jornal, los patrones les presentan una cuenta de sus deudas que quedan sin pagar. Ellos, entonces, concluyen que siempre seguirán endeudados y que siempre los engañarán al comprar mercaderías, porque no conocen el valor del dinero. Sin embargo, hoy no les falta ni el juicio adecuado ni la práctica de calcular.

Los han llenado de promesas que nunca se cumplirán. Ni las autoridades correspondientes ni los ganaderos atendieron jamás de ellos una petición o una queja justificada. Por añadidura, sigue apareciendo en sus chozas la molesta gentuza de los peones europeos. Todas estas circunstancias contribuyeron a que en todos los selk'nam madurara una impasibilidad apática, pues en el fondo de su memoria, siguen vivas las tristes imágenes de las pasadas violencias y abusos de los blancos. Casi todos saben contar detalladamente bajo qué circunstancias alguno de sus familiares fue maltratado o asesinado por los intrusos europeos, a dónde lo llevaron y qué muerte tuvo que sufrir. Entre ellos, a menudo reviven la sangrienta historia de su tribu en las últimas décadas. Todo eso mantiene vivo su odio hacia los blancos y su aversión aumenta con el tiempo, pero sufren calladamente.

c. La europeización embruteció al indio
Ciertas malas costumbres que algunos europeos exhiben abiertamente, con lo cual creen legitimarlas, encontraron últimamente imitadores entre los selk'nam. Mucho les gustaría dedicarse más a la bebida, si pudieran conseguir el dinero para ello. Con la mayor avidez fuman y mendigan tabaco por todos lados. En los pequeños almacenes, como los que tiene cada estancia, compran un sinnúmero de objetos sin valor y se jactan de sus gastos desatinados.

Ahora, más que antes, se apartan de una forma de vida ordenada. No tienen idea de cómo distribuir el dinero que ganaron en la esquila, en la venta de un animal o en alguna changa. Primero compran una cantidad de objetos inútiles y luego, durante semanas y meses, les falta lo esencial. Gastan sin medida los alimentos que compran. El café tiene que ser asquerosamente dulce y luego les falta el azúcar por semanas. Para golosinas, bocados delicados, frutas en conserva y licores gastan despreocupadamente una cantidad de dinero con la que podrían haber adquirido abundante carne para sí y para sus familias. Hace rato saben que los alimentos europeos no les convienen, especialmente el pan y las legumbres secas, pero, a pesar de ello, los compran aunque la carne sea considerablemente más barata. Carecen totalmente de la facultad de cálculo y distribución.

Tampoco aprendieron a cuidar de sus cosas. Hoy se ve el desorden más increíble en sus chozas. Antes no ocurría eso, pues faltaban los cachivaches, en su mayoría inútiles. Las ropas quedan tiradas así como caen del cuerpo. Si buscan un objeto, revuelven a fondo todo lo que hay. Por aquí queda una montura sucia sobre alguna ropa flamante sin estrenar, encima una bolsa en la que se pudren algunas papas, tierra colorante, tabaco, medias rotas, una botella pringosa con algún jarabe contra la tos, unos arreos con riendas rotas, un molinillo de café, cueros de ovejas y guanacos, una bolsita de clavos oxidados, un viejo adorno frontal, un trozo de carne en putrefacción, un farol de lata abollado, vidrios para puntas de flechas y cartuchos vacíos, un pantalón raído, velas de estearina desmenuzadas y una bolsita reventada de harina. En medio de ello bandas para piernas, húmedas y enmohecidas, café molido y arroz derramado: un zurriburri inimaginable. ¡A ello se agrega el olor que este desorden europeo e indígena emite! Todo es inmundicia y abandono.

A veces me causaba repugnancia la inactividad y pereza, la hueca abulia e inmóvil pesadez de hombres jóvenes y sanos. Muchachos vigorosos están tirados sin ocupación todo el día sobre las pieles junto al fuego; no mueven una mano para poner en orden su choza, sus ropas y sus utensilios o para dedicarse un poco a sus animales. Cuando tienen sed, mandan a uno de los niños para que les alcancen el recipiente con agua que está del otro lado de la misma choza, sólo para no tener que levantarse. Otro anda por ahí varios días seguidos sin levantarse, aunque sea un poco, los ojos; hasta vi a uno que orinó en el hueco de su mano y se humedeció la cara con la orina, porque quería ahorrarse los pasos hasta el próximo pozo de agua.

Esta gente nunca está lista a la hora señalada. La puntualidad es para ellos un concepto extraño. Si para el día siguiente se contratan los servicios de un baqueano, con toda seguridad algo le falta en el momento de partida. Entonces, con impaciencia, uno inicia solo su camino y tan sólo después de un buen rato aparece el guía trotando detrás. Cuando, después de largas deliberaciones, comenzó, por fin, la fiesta Klóketen, muchos objetos importantes no habían sido preparados aún; tuve que dar mis propias cosas, y hasta prestar mis sandalias de piel. No mantienen nada en buenas y confiables condiciones. Cuando algo les faltaba o necesitaban algo con urgencia y ocurría que yo lo tenía, me miraban con un desvalimiento tan inequívoco en sus caras impasibles, que su silencio decía en voz alta: ¡Me falta todo!

Lo que uno les da, de inmediato lo gastan o lo rompen, o, de lo contrario, pronto lo dejan de lado en estado de total abandono. ¡Cuántas veces pedían jabón! Y podía estar seguro de que esos pedazos, después del primer uso, quedaban flotando y deshaciéndose en el agua. Hay fósforos tirados por todos lados. Pronto se oxidan cuchillos y tijeras, porque los dejan tirados sobre el suelo húmedo, donde los han estado usando. Una nueva prenda de vestir, al tercer día, ya está irreconocible por la mugre y las arrugas. Se lamentan de su pobreza y siempre piden más. Es imposible educar a hombres primitivos para un sistema de vida complicado. El entorno más sano para ellos es un mínimo de utensilios y bienes, tal como era costumbre en los buenos tiempos pasados.

Casi ninguno de estos muchachos vigorosos se decide a aceptar un trabajo continuo o a servir en alguna estancia. El que por fin se decide a hacerlo, nunca aguanta mucho tiempo. METETEN, el hermano mayor de TOIN, era una honrosa excepción. Ya había ahorrado una buena suma de dinero; siempre estaba bien vestido y supo instalarse cómodamente. Lamentablemente sufrió un repentino desgaste de fuerzas. Con TOIN y su amigo HOTEX discutí a menudo este tema, pero ninguno de los dos pudo tomar una decisión. A escondidas veían por separado a una mujer casada. ¡Ni los tormentos del hambre les hacen perder la sangre fría! Recién cuando ya no aguantan más, se preocupan, por fin, por obtener algo de carne y salen de caza, lo que es siempre su último recurso.

A mí siempre me veían ocupado todo el día. A veces les interesaba un poco observarme, pero ellos mismos permanecían inactivos, tendidos sobre sus pieles. Ninguna voz de aliento, ni tampoco el mejor ejemplo los saca de su fría tranquilidad. Nuestro moderno ritmo de trabajo excede su capacidad perceptiva. Les encargué que me fabricaran algunos de sus utensilios, no solamente para mi colección etnográfica, sino también para proporcionarles una ganancia. Sabían, por propia experiencia, que yo les pagaba rápido y bien. Pero aún así, algunos ni siquiera se podían decidir a contestarme con promesas vagas. Otros prometieron hacérmelos, dudando más de sí mismos que de la certeza de entregármelos algún día. Si después de un largo tiempo de continuos reclamos volvía a preguntar por su promesa, ponían una cara que claramente me decía: "¡Nunca pensamos trabajar!". Yo deseaba tener una manta grande para mi choza y para este fin ya había juntado gran cantidad de pieles. Un día les dije a los hombres: "Quiero pagar bien las pieles que me faltan. Decid a vuestras mujeres que me confeccionen una gran frazada de pieles". ¿Cuál fue su contestación? "Nuestras mujeres no quieren ganar nada. ¡Ni piensan molestarse con un trabajo fastidioso!" Para los selk'nam del lago Fagnano no era desconocido el hecho de que viajeros argentinos, que vinieron a bordo del vapor "Cap Polonio", pagaban hasta diez pesos argentinos por una canastita; y que en el verano siguiente volverían. Cuando los indios escucharon la noticia, estaban decididos en el entusiasmo del primer momento a producir muchas cosas. En el invierno les recordé su intención, porque todavía no habían movido un dedo. Más tarde dejé caer con énfasis el comentario: "¡Si yo fuera un selk'nam, trabajaría ahora diligentemente, para poder ganar luego mucho dinero!". Se burlaron de mí por mis tontas ideas de querer trabajar. De mala gana recuerdo el indecible esfuerzo y la paciencia de que tuve que armarme para sonsacar a esta gente indolente, desafecta a todo trabajo mental, la gran riqueza de elementos de su patrimonio cultural, difícil de obtener, y de la que hoy puedo gozar como fruto de mis investigaciones.

¡Qué extraña es para nosotros la mentalidad de esta gente! No conocen las preocupaciones del presente ni velan por el futuro. En su patria nadie necesita sufrir hambre; pero todo esfuerzo que va más allá de esto sería una carga demasiado penosa. Sin embargo, los tiempos pasados les ofrecieron ciertos estímulos para actividades que hoy ya no existen.

No menos lamentable es el gran daño que se ha infligido a la moral de los selk'nam que hoy todavía viven. El resquebrajamiento de la disciplinada vida tribal y el comportamiento inadecuado de los blancos han permitido que se introdujeran en la tribu malas costumbres. Cada individuo estaba antes expuesto a una aguda e ineludible observación; hoy se hacen muchas cosas que quedan inadvertidas. No necesito volver a mencionar la actitud ofensiva de muchos europeos frente a las indias. Entre las pocas personas que permitieron que se abusara de ellas, así como entre las restantes que sabían lo que sucedía, paso a paso, fue disminuyendo el sentido del honor y del pudor. A pesar de ello merece admiración el enérgico rechazo con el que las mujeres selk'nam, por lo general, se enfrentaron a los insolentes requerimientos de los europeos inmorales. Sé de casos en que la mujer, vociferando improperios, desairó al atrevido seductor. Pero la chusma europea parece ser tan insensible a una sonora reprimenda por parte de una india, que no les causa efecto alguno. Mucho más que los hombres, las mujeres selk'nam eran el baluarte de moralidad frente al relajamiento de costumbres intentado por los europeos.

Por el mal ejemplo y las actitudes de los blancos, los varones selk'nam, tanto jóvenes como de mediana edad, poco a poco también se fueron liberando del pudor y corrompiendo. Hoy se atreven a acercarse a las muchachas de una manera que, en los viejos tiempos, jamás habría sido permitida. Se ponen de acuerdo, se encuentran y, aunque a escondidas, suceden cosas que antes nunca hubieran sido posibles. También ha declinado la vigilancia de los mayores. Incluso los niños siguen a las niñas o se descubren ante sus ojos, cuando no hay adultos presentes. Una vez observé cómo ocho muchachitos totalmente desnudos imitaban, en forma decididamente indecente una danza Klóketen.Dos hombres de mediana edad no los llamaban al orden y, recién al atardecer, los ancianos, con cierta indignación, me comentaron que antes estas cosas ni se hubieran hecho ni permitido. En la misma línea de estos actos, desconocidos en otras épocas, en los últimos años se va repitiendo en la choza Klóketen, que algún hombre se permita palabras indecorosas y toqueteos impúdicos de los candidatos.

Situaciones calamitosas ha creado la falta de muchachas casaderas. Debido a que su número es relativamente escaso frente al de los varones, éstos prácticamente tienen que lanzarse a una cacería para poder casarse. Comprensiblemente este hecho ha relajado mucho las costumbres entre la gente joven. Solteros, que en parte ya se acercan a los treinta, tratan de conseguir lo suyo manteniendo relaciones ilegales con mujeres casadas; éstas los admiten secretamente en ausencia del esposo, por compasión de su soledad.

Los comentarios desfavorables sobre los misioneros que trabajan en Tierra del Fuego y las procaces bravatas antirreligiosas, que son comunes entre la peonada de la Isla Grande, contribuyeron a desorientar a los indios. Yo mismo tuve que oír groserías callando si se trataba de blasfemias menores, para juntar experiencias sobre la miserable influencia que el blanco ejerció sobre el a menudo asombrado indio.

Pero el colmo es que hasta la unidad tribal del tan pequeño grupo de indios se destruyó en 1919. Hoy forman dos bandos que, si bien no proceden a hostigarse activamente, se mantienen distanciados uno del otro. De año en año crece la irritación en su tensa relación, de modo que un bando culpa al otro por una muerte acaecida en aquél. Cuando en 1924 celebramos en el sur la fiesta Klóketen, aquéllos organizaron su propio festejo porque ni querían unirse a nosotros, ni tampoco ser menos. Cuando se enteraron de que yo había participado de estas ceremonias, me invitaron a tomar parte de las suyas. Antiguamente se habrían resuelto pronto las desavenencias mediante una guerra, pero hoy la lucha es imposible. Por ello el rencor se acumula, y los carcome.

El contacto con la civilización europea ha debilitado físicamente y moralmente dañado a los pocos sobrevivientes de la tribu selk'nam. El agotamiento de su fuerza vital y la decadencia moral no sólo no pueden detener la extinción inminente, sino que la apuran. Entre 1918 y 1924 he observado esta desintegración; se ha consumado a una velocidad alarmante, adoptando en tan pocos años formas amenazantes. Hoy la substancia del pueblo indígena se ha gastado ya totalmente.

NOTAS
29 Las quejas específicas de los indios por el comportamiento de ellos están anotadas en MM: XXV, 125; 1891.
30 Más detalles da BORGATELLO (c): 221.
31 La enfermera que atendió a esta india presentó al médico jefe un detallado informe sobre su personalidad, historia clínica, estado físico y muerte, que el 23-1-1890 fue publicado en la "Pall Mall Gazette" y reimpreso en MM: XXIV, 29.
32 Profusos detalles sobre todo este episodio presenta MM: XXIII y XXIV; 1889/1890. Ver también BEAUVOIR (b): 221 y AGOSTINI: 260.
33 BEAUVOIR (a): 4 escribió una buena biografía y descripción del carácter de este indio. Ver también su trabajo del 15 de septiembre de 1890 en el BS: XIV, 220. Su nombre se escribe a veces KALAPACTE y otras CALAFATE, porque en el alfabeto selk'nam falta la f.
34 Me conformo con remitirme a BORGATELLO (c): 47, como testigo fidedigno que habla basado en su larga experiencia.
35 Según la acusatoria que POPPER entregó al ministro argentino de Justicia en junio de 1891. Ver MM: XXV, 125 ss, 1891.
36 Según COJAZZI: 21 nuestros indios juzgan como: "cattivi i cristiani per quattro ragioni: 1) Ci hanno tolto il campo, 2) la possibilitá di cacciare, 3) ci perseguitano ed ammazzano, 4) ci rubano le donne".
37 En esto coinciden todos los viajeros que conservan una pizca de justicia. Sólo menciono a BARCLAY (a): 78; GALLARDO: 98-99; GUERRERO: 136-138 y HOLMBERG (a): 46-51.
38 Las únicas noticias al respecto las leí en el Diario Ilustrado de Santiago de Chile del 1º de marzo de 1913, así como en MM: XLVII, 40; 1913.
39 Las propuestas presentadas por SEÑORET: 37 ss, contra las que GUERRERO: 143 ss ya había tornado posición, ya no necesito analizarlas en cuanto a su utilidad pues, por llegar tarde, no merecen ser tomadas en consideración.
40 Más o menos en los detalles, pero del todo en lo principal, están de acuerdo conmigo sobre este tema BECERRA: 140, DABBENE (b): 266 ss, HOLMBERG (a): 60; LEHMANN-NITSCHE (i): 72; NORDENSKJÖLD (e): 165, SEÑORET: 37 ss; SPEGAZZINI (a): 180 y finalmente también algunos ganaderos con los que he tratado extensamente este problema.

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