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(INTRODUCCION) El animal abre ante mí una profundidad que me atrae y que me es familiar. Esa profundidad en cierto sentido la conozco: es la mía. Es también lo que me es más lejanamente escamoteado, lo que merece ese nombre de profundidad que quiere decir con precisión lo que me escapa... no es siempre, y nunca lo es del todo, reductible a esa especie de realidad inferior que atribuimos a las cosas. Un no sé qué de dulce, de secreto y de doloroso prolonga en esas tinieblas animales la intimidad del fulgor que vela en nosotros. (Georges Bataille, Teoría de la religión) El hombre moderno "civilizado", es decir, el habitante de las ciudades, ha perdido uno de los vínculos más enriquecedores con lo que no es él ni es su obra: el vínculo con el animal. Al mismo tiempo, ha perdido su disposición de asombro, de admiración y de reverencia ante el mundo natural y, con ello, su humildad y su religiosidad. De este modo, ha enajenado una de las dimensiones más profundas de su propio ser. Pero para los hombres antiguos y para nuestros contemporáneos que culturalmente se mantienen al margen de las grandes corrientes de la civilización, con frecuencia denominados "primitivos", "salvajes" o "ágrafos", la vivencia del mundo circundante plagado de misterios y de fuerzas sobrehumanas, es generalmente una experiencia religiosa, en la cual voluntades y poderes divinos se manifiestan y actúan sobre el mundo en forma de seres diversos. Entre estos seres, los animales tienen un papel destacado porque son poseedores de una fuerza vital y un poder físico que sobrepasan a los humanos, como volar, tener garras, sobrevivir bajo el agua, etcétera; en especial algunos animales, como los grandes felinos, los osos, los venados, los bovinos, las aves y los reptiles. Los animales son, así, misteriosos, admirables y temibles, por lo que se ubican dentro del ámbito de lo divino, ya sea como deidades, como representantes o manifestaciones de las mismas, o como símbolos de diversas ideas. Pero al mismo tiempo, entre todos los entes de la naturaleza los animales son los más semejantes al hombre, tanto en sus formas como en sus comportamientos biológicos; además son seres expresivos que abren la posibilidad de una comunicación estrecha con ellos, y así se establecen lazos no sólo de dominio o de sumisión, que resultan, entre otras cosas, de una lucha natural por la supervivencia, sino también de amistad, de amor, de consubstancialidad y hasta de parentesco. Por estos lazos, los animales son también demiurgos entre el hombre y lo otro, aquello que es lo más lejano y extraño: los misterios de los cielos, del inframundo, de la vida y de la muerte. Acerca de esta creencia, que se encuentra entre muchos pueblos del mundo, dice Mircea Eliade:
La relación con los animales es muy estrecha en los pueblos cazadores, donde se da un lazo mágico y religioso con aquellos que sirven para el sustento. Las más tempranas expresiones de esta liga están en las pinturas rupestres, como las de los bosquimanos del Africa del sur2 y las europeas (Paleolítico superior), cuyo tema principal es ese tipo de animales: ciervos, bisontes, jabalíes, mamutes, toros, caballos. Las más destacadas representaciones de estas pinturas se encuentran en la famosa serie de cuevas que se extiende desde Cantabria, en la costa norte de España, hasta el Perigord y el valle del Vesère, Francia, pasando por los Pirineos. Constituye la llamada Escuela Franco-cantábrica, y las principales son Lascaux, Altamira, Cueva del Castillo, La Pasiega, Pindal, Font-de-Gaume, Les Trois Frères y Pair-non-Pair.3 En estas cuevas los animales se representan, por lo general, de manera dinámica, en sus movimientos naturales, con un sorprendente realismo. En Altamira hay también objetos simbólicos y figuras semihumanas con cabezas de animales o animales con posturas humanas, lo que expresa el afán de identificarse con ellos. Las pinturas se encuentran en las partes más profundas de las cuevas y muchas son palimpsestos, lo cual parece significar que el sitio era sagrado, ya que habla necesidad de renovar frecuentemente las pinturas. Además, el sentido mágico se corrobora por el hecho de que aparecen muchos animales heridos, y los hombres portan arcos y flechas. Esto habla de un ritual de magia simpatética o imitativa: mediante la exacta reproducción de la forma del animal, es posible propiciar el aumento de las manadas, y representando a los animales heridos, se logra una caza abundante. Por otra parte, las imágenes de hombres disfrazados de animales expresan tal vez el deseo de apoderarse de las fuerzas espirituales de éstos por medio de la imitación: reproducir sus movimientos, envolverse en sus pieles, llevar sus plumas. Uno de los mejores ejemplos es la figura llamada "brujo danzante" de la cueva de Les Trois Frères, que podría representar a un "Señor de los animales", concebido en forma hibrida de hombre y animal.4 La más importante de las cuevas es Lascaux,5 a cuya sala principal se le ha llamado "la Capilla Sixtina de la prehistoria". En ella encontramos no sólo la representación naturalista de los grandes animales de caza, sino también un animal fabuloso, un unicornio, que abre una ronda monumental de toros, caballos y ciervos. El unicornio escapa al tema de la magia simpatética; parece ser ya un resultado de la fantasía creadora. La gruta tiene varias cavernas pintadas, pero la representación más importante por su sentido religioso es la escena del "pozo", en lo más profundo de la cueva. Ahí fueron pintados un bisonte y un rinoceronte, entre los cuales hay un hombre semicaído con cabeza de pájaro y, junto a ellos, un pájaro parado en un mástil. El bisonte está erizado de furor, con la cola levantada, y sus entrañas se vacían pesadamente entre sus patas; delante del animal hay una lanza indicando la herida. El hombre, cuyo trazo es muy simple, parece haber sido herido de muerte: sus brazos cuelgan y sus manos, de cuatro dedos, están abiertas. En casi todas las obras rupestres antiguas el hombre se dibuja puerilmente, con unos cuantos rasgos, y muchas veces aparece portando máscaras animales, mientras que el animal se representa con un gran realismo y una excelente técnica. Esto parece mostrar que el animal era considerado más valioso que el hombre, lo cual se explica por la dependencia de éste respecto de aquél, que se da en las culturas cazadoras. El hombre del pozo de Lascaux es una de las primeras representaciones humanas y de las más significativas, pues muestra la estrecha vinculación del hombre con los animales: el pájaro puede ser un antepasado de linaje, ya que el hombre lleva máscara de pájaro, y el bisonte herido, así como el hombre moribundo, expresan el drama de la lucha por la sobrevivencia, en la que se debe matar a los seres considerados superiores. Por ello, hay múltiples pueblos entre los que ha de pedirse perdón al animal que se mata para subsistir, o que creen que éste ha de dar su consentimiento para ser cazado. En las culturas donde la caza y la pesca forman parte de los medios de subsistencia aparece la creencia en un espíritu al que los animales pertenecen y deben su conservación y reproducción; es el llamado "Señor de los animales" uno de los tipos más antiguos de seres sobrenaturales o sobrehumanos. Estos seres pueden ser masculinos o femeninos, singulares o plurales. Por lo general...
Además, el Señor de los animales tiene una función moral, ya que niega la caza a los que matan inútilmente o a los que violan las normas sociales, y para concederla exige ofrendas y otros actos rituales. O sea que desempeña un papel importante en la sociedad, permitiendo al hombre un control sobre ese mundo que está fuera de la influencia humana y que por ello es imprevisible y amenazante para la cacería o la. recolección.7 Como una derivación del vínculo hombre-animal que seda en los pueblos cazadores, encontramos que los animales no sólo son considerados como amigos y protectores de los hombres, sino que ambos se identifican a tal grado que "nacer de animales y acoplarse con ellos son acontecimientos completamente habituales".8 Así surge una forma más intensa de ligarse con el animal, que consiste en considerarse su descendiente y organizar la vida social en torno a esa idea rectora: el totemismo. En términos muy generales, podemos decir que el concepto deriva de una palabra que utilizan los indios ojibwas, con la que se designa un conjunto de ideas y prácticas, muy antiguas y difundidas, que establecen ciertos vínculos entre el hombre y algunas especies animales.9 Lo más característico es la organización en grupos y, los ritos que ellos llevan a cabo.
Se ha dicho que el totemismo es la relación permanente de carácter mágico, mítico y de parentesco de un clan con animales, plantas u objetos considerados como tótems.11 El tótem es patrono, auxiliador, compañero o pariente. Hay nombres y emblemas relacionados con él; una identificación con el mismo; prohibición de matarlo, de comerlo o de tocarlo, u obligación de comerlo, y un ritual a su alrededor. En torno a esta creencia hay multitud de mitos acerca de la descendencia común del tótem y sobre sus aventuras con el antepasado humano del grupo. Entre los tabúes está la prohibición de casarse dentro del mismo grupo totémico (exogamia), que es una de las notas definitorias por excelencia del totemismo. Aunque hay algunos trabajos previos donde se habla ya de totemismo para definir esta forma de vinculación del hombre y la naturaleza, la primera gran obra que reúne todos los datos, conocidos entonces y trata de fundar el totemismo como sistema, así como de explicarlo, es Totemism and Exogamy de J.G. Frazer, publicada en 1910. Pero desde el momento mismo de la aparición de este trabajo empezaron las dudas y cuestionamientos sobre el llamado totemismo. Goldenweiser señala que en pocos casos se dan juntos los tres fenómenos básicos del totemismo: organización en clanes, nombres vegetales o animales de éstos y creencia en un parentesco entre el clan y su tótem.
Así, ¡hoy se ha llegado al reconocimiento del hecho de que ,el totemismo no es una fase de la religión; no pertenece al acervo más antiguo, ya que los animales aparecen en diversas fases y formas religiosas, y de que, además del factor social, que es el predominante, destaca el mágico, y sólo en último término el religioso. Incluso en muchas culturas los tótems son sólo nombres y emblemas.13 Algunos consideran que el totemismo definitivamente no es una forma religiosa, sino un sistema social, como Bergúa14 o Goldenweiser,15 pero como ha visto acertadamente Segersted, "en la medida en que el totemismo considera al tótem como un amigo y protector de la tribu, y hace depender su vida de ello de una u otra forma, tiene carácter religioso".16 Widengren reconoce la dificultad de caracterizar al totemismo, pues afirma:
En síntesis, el totemismo no sería más que una de las formas. de simbolismo animal, el cual es muy rico y no es exclusivo de las culturas cazadoras, sino que lo encontramos en diversos contextos religiosos de distintos niveles culturales. Por ejemplo, entre los pieles rojas de Estados Unidos, las leyendas de animales ocupan un lugar destacado, y se cree que tienen tales poderes que enseñan a los hombres los ritos que deben practicar y les dan los remedios contra las enfermedades.19 Entre los antiguos celtas, encontramos que los animales aparecen en una fundamental relación con los dioses, los cuales tienen el poder de metamorfosearse en animales para lograr sus propósitos. Cada dios, al mismo tiempo, se acompaña de su propio animal cúltico, y las leyendas hablan de seres que provienen de antepasados animales.20 Finalmente, no se puede dejar de mencionar como ejemplo la antigua religión egipcia, donde hubo un gran número de animales sagrados: toros, cameros, cocodrilos, gatos, peces, serpientes, a los cuales los visitantes de los santuarios les llevaban ofrendas, que los sacerdotes les hacían aceptar. Los dioses eran antropozoomorfos o tenían un aspecto humano y otro animal; y ciertos animales sagrados eran considerados como el "alma", ba, de los dioses, por ejemplo, el Carnero de Mendes, que incorporaba las almas de los cuatro grandes dioses Ra, Shu, Geb y Osiris.21
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En la religión maya las figuras animales son abundantes y el vínculo del hombre con ellas es muy estrecho. Los animales para los mayas fueron, y son, símbolos asociados a las fuerzas naturales, a los niveles cósmicos, al tiempo, a las energías vitales y a la muerte; son epifanías de los dioses y al mismo tiempo sus compañeros, y a la vez parte del alimento que los hombres les ofrecen; son ancestros de los hombres, encarnaciones de una parte del espíritu humano e intermediarios, en fin, entre el mundo de los hombres y el de los dioses. No es objeto de este
trabajo, y además sería una tarea inabarcable, profundizar en
todas estas complejas significaciones de los animales, por lo que sólo
destacaremos, en términos :muy generales, algunos aspectos que consideramos
básicos para la ubicación y comprensión de la presencia
de la serpiente en la religión maya. |
CARÁCTER ANIMAL DEL COSMOS ESPACIO-TEMPORAL Perteneciendo al mundo de la naturaleza, ajeno al hombre, los animales en la religión maya se asocian a las fuerzas naturales y a los niveles del universo, ámbitos y materializaciones, a la vez, de las fuerzas divinas. Los grandes elementos, y los espacios cósmicos fueron representados, salvo algunas excepciones, por los animales que más relación tienen con ellos; por ejemplo, la tierra, el cielo, y el agua con los reptiles; el cielo, el aire y el fuego con las, aves diurnas; el pez con el agua; el jaguar, las aves nocturnas y las aves rapaces con el interior de la tierra. Además, los animales aparecen siempre ligados a las figuras antropomorfas de las diversas deidades; a aspectos de la naturaleza, como fertilidad o sequía; a la vida y a la muerte; al bien y al mal; a los periodos de tiempo. Se integran, en fin, al marco cósmico temporal dentro del cual se desarrolla la vida humana. Las fuentes escritas posteriores a la Conquista hablan de ídolos zoomorfos y de la veneración a los animales entre los mayas prehispánicos. Sobre Guatemala, Las Casas dice:
Según muchos datos, había en verdad dioses animales, como ,el jaguar; sin embargo, no podemos hablar propiamente de una zoolatría entre los mayas, sino más bien de espíritus divinos con una manifestación animal y otra humana; de deidades antropozoomorfas (que constituyen la mayoría) y de compañeros animales que representan o anuncian a algunos dioses. Los textos, de Guatemala mencionan al nagual o alter ego animal de algunos dioses antropomorfos, y esta idea también parece encontrarse entre los nahuas, por lo que tal vez muchos de los animales asociados con los dioses mayas tengan ese sentido. Es tarea muy difícil la de precisar la significación. de los dioses mayas y hacer una clasificación de ellos, ya que todos son multívocos y plurivalentes. El panteón maya escapa a toda lógica conceptual y queda fuera del principio de no contradicción, como el mundo de los sueños y de las fantasías. El mundo de los dioses es como un caleidoscopio: cada uno está en relación con los otros y todos están en movimiento, produciendo diversas imágenes, con sus distintas cargas de influencias, de tal manera que en un momento y un espacio, un dios puede representar algo, y en otros, una cosa distinta, y hasta contraria. Por ejemplo, el dios del Sol, que es un dios de la vida y el bien, asociado con la guacamaya y el colibrí, al pasar al mundo inferior se convierte en un dios de la muerte y se asocia con el jaguar. Y como la acción de un ser divino nunca se ejerce sola, sino en combinación con la de otros, de acuerdo con el paso del tiempo, aquellas influencias que en un momento dado son benéficas, en otro se toman maléficas. Con esta salvedad, mencionaremos algunas asociaciones animales de los dioses que constituyen el cosmos espacio-temporal de los mayas. Nivel
celeste Entre los dioses que, sólo para acercamos a una cierta sistematicidad, podemos llamar celestes, y que tienen manifestaciones humanas y animales, destaca el dios solar Kinich Ahau, "Señor rostro del Sol". Como hombre, se representó entre los antiguos mayas con el aspecto de un anciano, con ojos grandes, cuadrangulares y bizcos; nariz roma, una voluta en la comisura de la boca y el signo kin (Sol), flor de cuatro pétalos, en la frente; los dientes aparecen limados en forma de una T, y a veces tiene la lengua fuera. En tanto que dios del signo Ahau, "Señor", se representa como un bello joven de ojos almendrados, aunque este signo también aparece en forma de cabeza de buitre, de mono o de ser narigudo. En los mitos de algunos grupos mayanses actuales se habla de él como un ser que primero fue hombre y luego se convirtió en el astro, y se relatan múltiples aventuras en las que participan la Luna y Venus, también antropomorfizados, correspondientes a su etapa humana. Los grupos de las tierras altas lo han identificado con Jesucristo. En sus aspectos animales, el Sol es, primeramente, Kinich Kakmoo, "Rostro (u ojo) solar Guacamaya de Fuego", y aparece a veces en los códices con cabeza de guacamaya y cuerpo humano. Se creía que el Sol bajaba al medio día para quemar el sacrificio, volando en forma de guacamaya, y se le veneraba en Izamal. Otro aspecto animal del Sol es como jaguar: Balanké, "Sol jaguar", entre los k'ekchís actuales.24 La diosa de la Luna recibía muchos nombres, entre los que está el de Ix Chel, que se le daba en Yucatán. Es diosa de la medicina y el parto; está relacionada con el agua, como todas las diosas madres, y con el tejido, aunque parece no ser la patrona de esta actividad. Esta deidad no tiene una manifestación animal, como el dios solar, pero si tiene relaciones con animales: en los códices a veces lleva un tocado de serpiente, y en algunos mitos mayanses actuales, que la consideran esposa del Sol o su madre (la Virgen María), se la relaciona, sobre todo sexualmente, con otros animales, como el venado. Los mitos de los mopanes y k'ekchís hablan de las relaciones del Sol y la Luna como las primeras relaciones sexuales que existieron; la Luna fue la primera mujer, y sus órganos genitales fueron formados por la pezuña hendida de un venado. Después, la Luna tuvo relaciones con su cuñado Venus, y se convirtió en la amante del rey de los zopilotes.25 Los tojolabales la relacionan, como muchos pueblos del mundo, con el conejo. El planeta Venus fue conocido también con muchos nombres y aparece vinculado con varios animales. En el Códice Dresde hay deidades asociadas con él, una de las cuales parece ser Quetzalcóatl, lucero de la mañana entre los nahuas. Se liga con el día 1 Ahau. Los yucatecos le llamaban Xux Ek, "Estrella Avispa", lo que muestra su vínculo con ese animal.26 Los k'ekchis y los mopanes actuales le llaman Xulab y lo relacionan con un perro, que corre delante del dios Sol. Y los quichés lo asociaron con la serpiente emplumada que lleva al Sol sobre su espalda. Xaman Ek es quizá el dios de alguna estrella que guiaba a los mercaderes y era su patrona entre los yucatecos antiguos. Tiene un carácter animal que consiste en que se representa con una cara de nariz roma y manchas negras sobre la cabeza, que se asocia con el mono. Es quizá patrón del día Chuen: Mono. Los animales están ligados, asimismo, a 'las constelaciones, ya que éstas teman nombres como Zinaan Ek: "Escorpión estrella", Ac Ek, "Tortuga estrella" (Géminis) y Tzab Ek, "Cascabel de serpiente estrella" (las Cabrillas).27 También puede considerarse como dios celeste a Chaac, la deidad de la lluvia, que es tal vez la más venerada en la religión maya, y cuyo culto sigue siendo principal entre los grupos mayanses de Yucatán. Su principal asociación animal es. la serpiente, por lo que nos reservamos su análisis para la siguiente parte de este estudio; pero es necesario señalar aquí que se trata de una deidad antropozoomorfa, de origen animal, que tiene además una corte de animales compañeros, ligados con la lluvia, como ranas, sapos y tortugas. En su aspecto humanizado se habla de él como un hombre de gran estatura que enseñó a los seres humanos la agricultura, por tanto, también es héroe cultural. Es uno y cuatro, y se identifica con el dios B de los códices. Una de las características más destacadas de su imagen es la larga nariz; asimismo, aparece con una espiral bajo el ojo, pupila en forma de voluta y un saliente sobre la nariz que termina en una especie de rizo. En los textos mayas yucatecos coloniales aparecen varios nombres para los Chaaques asociados a otros animales, como buitres, conejos, picamaderos, venados, jaguares y perros.28 Se le veneraba y se le venera hoy en Yucatán en su forma cuádruple, y actualmente se le dedica una de las principales ceremonias religiosas indígenas de esa región, el Chac Chac, para obtener lluvias y buenas cosechas. Entre los grupos mayenses actuales de Chiapas parece corresponder al Chauk o 'Anjel, dios del rayo, el trueno y el relámpago, dispensador de las lluvias. Aquí predomina su aspecto de rayo y en Yucatán el de lluvia debido probablemente al hecho de que en Chiapas hay una abundante precipitación pluvial y en Yucatán una gran sequía, a pesar de que son comunes las tormentas eléctricas. Las ranas y los sapos anuncian la llegada de Chaac con su croar; son considerados músicos y huéspedes del dios; sobre todo unas ranitas negras con una raya anaranjada en el dorso, llamadas uo. La tortuga es aliada de los Chaaques; se dice que sus ojos están llenos de lágrimas por la aflicción de los hombres a causa de la falta de lluvias; sus lágrimas la atraen, y, en pago por ello, el campesino, al prender fuego al campo, advierte a la tortuga para que se ponga a salvo. Nivel
terrestre Imix, el primero de los días del calendario adivinatorio maya, equivale al cocodrilo Cipactli de los nahuas (el monstruo de la tierra en ese grupo) y es signo de agua y abundancia, por lo que puede asociarse con el monstruo de la tierra. Además, en su representación plástica esta deidad está decorada con nenúfares y a veces lleva el signo Imix en la frente, lo que nos corrobora la asociación. Frecuentemente aparece con mandíbula descarnada, símbolo de la muerte, por ser dios ctónico, asociado con el inframundo, que es sitio de la muerte. Por su carácter reptilino y su vínculo con la serpiente, hablaremos de él en la Segunda Parte de este trabajo. En el nivel terrestre están también los Bacabes, dioses vinculados a los puntos cardinales que, por ello, son cuatro. Se asociaban con zarigüeyas o tlacuaches, llamándolos tolil och o ix toloch, los "actores zarigüeyas". Quizá aparecen representados en el Códice Dresde, en la sección de las ceremonias y pronósticos para el año entrante, como figuras con forma humana que llevan una máscara y una cola de tlacuache. Cada uno porta en la espalda la imagen del dios del año. También se les ve con caparazones de tortuga, con alas, sobre telas de araña o saliendo de una concha o caracol. Asimismo, son dioses de las abejas: según Thompson corresponden a los Ah Muzencab, que veneran los mayas actuales como deidades de las abejas; se basa en que a veces se representaban con alas en el periodo Posclásico.30 También asociadas a las cuatro direcciones cósmicas están las ceibas, árboles sagrados de los mayas. En cada una de ellas se posa un ave cósmica, del color de cada una de las direcciones terrestres. Esta naturaleza animal de los cuatro rumbos es expresada así en los Libros de Chilam Balam, cuando relatan la reestructuración del mundo, después de uno de sus cataclismos:
Entre los mayas actuales se venera al jaguar como dios protector: hay cuatro Balamoob que cuidan las esquinas de la milpa y del pueblo,33 pero también es representación de los poderes del mal, asociados con las trece potencias malignas del cielo, entre los tzotziles,34 idea que conecta con la de la piel como símbolo del cielo estrellado. Así, el jaguar es una deidad tanto del plano terrestre, como del celeste e infraterrestre. Nivel
infraterrestre En el Popol Vuh aparecen los búhos como mensajeros de los dioses de la muerte, y en el ámbito mesoamericano en general se creía y se cree que cuando un búho o tecolote canta en alguna casa, es señal de que alguien morirá. Igualmente se cree que si un perro escarba en la tierra, alguno de la casa morirá.35 Los nahuas pensaban que para cruzar el gran río del inframundo el muerto debía ir montado sobre un perrito bermejo; esta idea se encuentra también entre los tzotziles, tzeltales y lacandones actuales, aunque los tzotziles dicen que el perro ha de ser negro.36 En los grupos mesoamericanos el perro tiene una compleja significación; entre los mayas se asocia con el fuego y con el relámpago, y además de estar vinculado a la muerte de los hombres, también se relaciona con el origen, ya que los tzotziles actuales tienen un mito según el cual una mujer se apareó con un perro para dar lugar a los hombres.37 En los códices aparecen varios animales al lado del dios de la muerte, como las aves de rapiña. Una de ellas era Koch, que según Landa simbolizaba la muerte.38 Con el inframundo también se ligan los animales destructivos como las serpientes y las alimañas: arañas, ciempiés, cte. Con las pocas deidades con aspectos animales que hemos señalado basta para mostrar cómo el cosmos integro, con sus tres grandes niveles y los seres divinos que los habitan, tienen un carácter animal. No sólo las principales fuerzas naturales y los astros se expresan simbólicamente en formas animales , sino que la estructura misma del cosmos es animal, en tanto que es concebida como gigantescos reptiles: el Monstruo de la Tierra y el Dragón Celeste, separados por los cuatro seres antropozoomorfos que se ubican en las cuatro dimensiones cósmicas. El tiempo Asociados al Tzolkin o calendario adivinatorio, encontramos varios animales que, como veremos más adelante, se ligaban consubstancialmente a los hombres nacidos en los días por ellos regidos. A veces aparecen como significado de los nombres de los días; otras en los glifos asociados, y unas más en los augurios del día, aunque hay signos que no tienen ninguna asociación animal. Esos no serán mencionados aquí.39
También en el calendario solar, llamado Haab entre los yucatecos, encontramos la presencia animal, sobre todo en los patronos de los meses. Los señalaremos, omitiendo los que no tienen asociaciones animales.41
Así el cosmos espacio-temporal, el espacio dinámico y divino en el que se mueven los hombres, es un espacio animalizado: sobre el gigantesco reptil de la tierra, que sustenta al hombre y a todos los demás seres vivos, se levantan espíritus antropozoomorfos sosteniendo a otro gran reptil que constituye el ciclo. Y desde el interior de la tierra hasta el límite del cielo pulula una multitud de espíritus divinos en formas animales, cuyas influencias sagradas en perpetua interrelación y movimiento sin fin permean la existencia de este cosmos. |
Final |
NOTAS | |
1 | Eliade, Mircea, Chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, 2a. ed., trad. Ernestina de Champourcin, Fondo de Cultura Económica, México, 1976, p. 94. |
2 | Vid Pijoan, José, Arte de los pueblos aborígenes. 6a. edic., Suma-Artis, Historia General del Arte, Vol. I, Espasa-Calpe, Madrid, 1966, p. 112ss. |
3 | Brodrick, A. Hougliton, La pintura prehistórica. 2a. ed., trad. Helena Pereiía de Malagón, Fondo de Cultura Económica., México, 1956 (Col. Breviarios, 37). |
4 | Brandon, S. G. F., Diccionario de religiones comparadas, "animales". 2 Vols., trad. J. Valiente Malla, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1975. |
5 | Bataille, Georges, Lascaux ou la Naissance de l'Art, Editions d'Art Albert Skira, Genève (Suisse), 1955 (Col. Les grands Siècles de Peinture: La peinture Préhistorique). |
6 | Brelich, op. cit., p. 44. |
7 | Ibidem, p. 46. |
8 | Van der Leeuw, Fenomenología de la religión, trad. Ernesto de la Peña, Fondo de Cultura Económica, 1964 (Sección de Obras de Filosofía), p. 67. |
9 | Brandon, Diccionario..., "Totemismo". |
10 | Widengren, Geo, Fenomenología de la religión, trad. Alvaro Alemany, Ediciones Cristiandad, Madrid, 1975, p. 11. |
11 | Köning, Franz, Diccionario de las religiones, trad. Eduardo Valentí Fiol, Editorial Herder, Barcelona, 1964 (Sección de Teología y Filosofía, 54), "Totemismo". |
12 | A. A. Goldenweiser, "Totemism, an Analytical Study", en C. Lévi-Straus, El totemismo en la actualidad, 2a. reimpresión, trad. Francisco González Aramburo, Fondo de Cultura Económica, México, 1978 (Breviarios, 185), p. 14 y 15. |
13 | Köning, Diccionario..., "Totemismo". |
14 | Bergúa, Historia de las religiones, 3 Vols., Clásicos Bergúa, Madrid, 1964 (Colecciones "Tesoro I,Iterario" No. 6). Vol. I, p. 86. |
15 | Vid Widengren, op. cit., p. 12. |
16 | Citado por Widengren, op. cit., p. 12. |
17 | Widengren, op. cit., p. 13. |
18 | Eliade, Chamanismo..., p. 140. |
19 | Guirand, Mitología General, Edit. Labor, Barcelona, 1971, p. 586. |
20 | Brandon, Diccionario..., "Celtas". |
21 | Brandon, Diccionario..., "Egipto". Puech, Henri-Charles, Las religiones antiguas, 2a. ed. 3 vols. Historia de las religiones, trad. José Luis Ballbé y Alberto Cardín Garay, Siglo Veintiuno Editores, México, 1977, Vol. I, p. 120 y 172. |
22 | Las Casas, Fray Bartolomé de, Apologética historia sumaria, cuanto a las cualidades, dispusición, descripción, cielo y suelo destas tierras, y condiciones naturales, policías, repúblicas, manera de vivir e costumbres de las gentes destas Indias occidentales y meridionales cuyo imperio soberano pertenece a los reyes de Castilla, Edic. Edmundo O'Gorman, 2 vols., UNAM, Instituto de Investigaciones Históricas, México, 1967 (Serie de Historiadores y Cronistas de Indias, l). Vol. I, p. 650. |
23 | Landa, Fray Diego de, Relación de las cosas de Yucatán, 9a. ed. Introd. Angel Ma. Garibay, Edit. Porrúa, México, 1966 (Biblioteca Porrúa, 13), p. 48. |
24 | Thompson, Historia y religión de los mayas, Trad. Félix Blanco, Siglo Veintiuno Editores, México, 1975 (Antropología), p. 289-304. |
25 | Ibidem, p. 296.304. |
26 | Ibidem, p. 304,306. |
27 | Alvarez, Cristina, Diccionario etnolingüístico del idioma maya yucateco colonial, Vol. I: Mundo Físico, UNAM, Instituto de Investigaciones Filológicas, Centro de Estudios Mayas, México, 1980. |
28 | Redfield, Robert y Alfonso Villa Rojas, Chan Kom, A Maya Village, 2a. ed., The University of Chicago Press, Chicago, 1964. p. 207. Thompson, Historia..., p. 312. |
29 | Thompson, J. Eric, Ethnology of the Mayas of Southern and Central British Honduras, Field Museum of Natural History, Publication 274, Anthropological Series, Vol. XVII, No. 2, Chicago, 1930. p. 270. Vid p. 268-275. |
30 | Ibidem, p. 337. |
31 | Barrera Vásquez, Alfredo y Rendón, Silvia, El libro de los libros de Chilam Balam, 4a. ed., Fondo de Cultura Económica, México, 1969, p. 92. |
32 | Thompson, J. Eric, Historia…, p. 355. Maya Hieroglyphic Writing. An Introduction, 2a. ed., University of Oklahoma Press: Nonnan, 1960, p. 74. |
33 | Ibidem, p. 353. |
34 | Guiteras Holmes, Calixta, Los peligros del alma. Visión del mundo de un tzotzil, trad. Carlo Antonio Castro, Fondo de Cultura Económica, México, 1965, p. 237. |
35 | Fuentes y Guzmán, Antonio de, Historia de Guatemala o Recordación florida, 2 Vols., Luis Navarro Editor, Madrid, 1881 (Biblioteca de Americanistas). Vol. II, p. 273. |
36 | Vogt, Evon Z., Ofrendas para los dioses, Análisis simbólico de rituales zinacantecos, trad. Stella Mastrangelo, Fondo de Cultura Económica, México, 1979 (Sec. de Obras de Antropología), p. 45. Es bien sabido que la creencia en que el perro es psicopompo tiene un carácter universal; por ejemplo, en Egipto se creía que Anubis, el dios chacal, transportaba a las almas hasta el tribunal de Osiris, donde serían "pesadas" para determinar su destino. Y en la Ilíada, al relatarse los funerales de Héctor, se menciona que sobre la pira funeraria fueron colocados varios perros para transportar el alma al Hades. El cuidador del río del inframundo en la mitología griega es el can Cerbero, perro fantástico. |
37 | Guiteras, op. cit., p. 255. Vid infra. |
38 | Landa, op. cit., p. 68. |
39 | La siguiente relación está basada en Thompson, Maya HierogIyphic..., p. 69-89 y en Barrera Vázquez, El libro de los libros..., p. 121-124 y 188. |
40 | Alvarez, Diccionario…, p. 275. |
41 | La siguiente relación se basa en Morley, Sylvanus G., La civilización maya, 4a. ed., trad. Adrián Recinos, Fondo de Cultura Económica, México, 1961, p. 286-287; Thompson, Maya Hieroglyphic..., p. 104-128; Berlin, Heinrich, Signos y significados en las inscripciones Mayas, Instituto Nacional del Patrimonio Cultural de Guatemala, 1977, p. 47-48. |
42 | Thompson, A Catalog of Maya Hieroglyphs, University of Oklahoma Press: Norman, 1962 (Tle Civilization of the American Indian Series), Los glifos animales, según el Catálogo de Thompson, dentro del corpus de signos principales conocidos, son:
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